Capítulo 3

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Una hora y media. Ese era el tiempo que había transcurrido aproximadamente desde que me había dispuesto a dejar una marca en aquellos escalones y desde la primera vez que había revisado la hora en cuanto había aceptado que había viajado en el tiempo.

Una hora y media y aún no conseguía terminar de tallar el número 1946. Tenía que estar completamente segura de que el número se mantuviera allí por el tiempo suficiente, pero era más difícil de lo que parecía.

Ya era perfectamente visible, sí, pero eso no me garantizaba que el paso de los años no borrara la marca.

Además de que tenía que detener mi tarea cada que pasaba alguien junto a mi, puesto que no tenía una excusa lo suficientemente creíble para explicar el por qué estaba tallando y pintando algo en las escaleras de una casa que no era la mía, y con materiales que no estaba lo suficientemente segura de que ya fueran muy comunes en esta época.

Aunque ya conocía perfectamente la fecha en la que me encontraba.

A pesar de que no eran muchas las personas que pasaban por allí, y por lo mismo no tenía que detenerme con tanta frecuencia, me había decidido por fin a preguntar, tal vez no por el año, pero si por la fecha en la que nos encontrábamos.

Y había tenido mucha suerte.

Le había preguntado a una señora con cara amable que pasaba tranquilamente por allí y que iba vestida con un vestido y sombrero a juego de color azul cielo, y en realidad había sido más sencillo de lo que pensé. Ella simplemente me había respondido con una voz un tanto melosa:

-Oh, claro cariño. Por supuesto que te puedo decir qué fecha es hoy. Solo espérame un segundo, déjame pensar...-y entonces comenzó a hablar sobre todo para sí misma- ayer estaba en casa de mi madre, por lo tanto era martes, entonces...¡Oh por Dios, se me va a hacer tarde para ir a visitar a mi hermana entonces! Oh, pero discúlpame pequeña, querías saber la fecha ¿no? -y sin esperar a que le respondiera continuó- Hoy es miércoles 14 de agosto de 1946, por supuesto, y si me disculpas tengo que correr.

Me había frustrado un poco que me hubiera llamado pequeña por el simple hecho de que era una de las mayores de mi clase y era más alta incluso que algunas de las chicas del curso siguiente, pero estaba agradecida de lo distraída que parecía esa señora porque sino, estaba segura de que se habría escandalizado porque en vez de estar utilizando un vestido o falda, como una chica buena de esa época, llevaba unos jeans oscuros, unas botas de Converse de color rojo brillante, además de una blusa negra y una camisa de cuadros azules y rosas. Y mi cabello, ni hablar...estaba segura de que le parecería un desastre.

Pero todo eso ya no importaba porque estaba cansada y estaba segura de que pronto el sol se comenzaría a meter y tendría que buscar un lugar donde dormir.

Aunque sentía un ligero calorcillo que se extendía desde mi pecho y me hacía sentir segura. No sabía lo que era, ni por qué lo sentía, pero algo en mi interior pensaba que las cosas se arreglarían y que ya nada podría ser peor.

Y también algo en mi interior seguía confiando en Gwen y Gideon...y recordando continuamente los ojos de Matt.

Ahora ya no pensaba que era un shock post-traumático, porque algo me decía que sí había algo que descifrar en aquellos ojos, que sí había algo realmente misterioso en aquel chico y estaba comenzando a pensar que este viaje en el tiempo era algo así como una señal.

Y entonces sentí pasar una repentina ráfaga de viento y fue como si hubiera una lucha de temperaturas en mi cuerpo. Era como si en parte de mí se apoderara un sentimiento de desesperanza y en otro sintiera seguridad y valentía.

Y de pronto Gwendolyn estaba en frente de mí.

Se había materializado con un haz de luz roja y ahora se encontraba a escasos metros de mi...parada justo a la mitad de la calle.

Piedras Preciosas. Una nueva generación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora