Capítulo 46

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HELL.

Creí que mi familia no podría decepcionarme más y lo hicieron, fingieron llamar a Arthur para que viniese a verme y en realidad nunca lo hicieron, no les importó que pensara lo peor de mi pareja destinada con tal de que me quedase encerrada y tranquilita en la habitación que me asignaron en el clan.

Fui tan crédula, tan tonta.

Creí que aprendería la lección después de que Astaroth me traicionó y no fue así, porque al regresar al clan lo primero que hice fue confiar con mi familia y ellos me apuñalaron.

Aprieto mi mano libre con tanta fuerza que si hubiese tenido en ella el celular de Noah lo hubiese hecho añicos, estoy tan enojada con ellos y conmigo misma que mi primera humana a tanta mierda desde que llegué es ponerme a llorar.

Maldición, necesito tanto a Arthur.

—Estoy en Chicago, ven por favor... te necesito —murmuro muy bajito con la voz rota y hago un esfuerzo inmenso para que no me tiemble tanto—. Voy a traerte a mi lado si me lo permites, pero por favor, no me temas, no voy a hacerte daño.

Le hago saber mis miedos, no podría soportar que no quisiera acercarse a mí o abrazarme porque me tiene miedo, no podría resistir hoy un segundo rechazo y menos por parte de él, uno de los seres más importantes para mí.

Confío en ti, nunca he dejado de hacerlo y sé que jamás me lastimarías, así como yo tampoco te haría daño a ti —contesta y lo escucho tragar con fuerza, sintiendo en carne propia sus emociones gracias al lazo y lo que este me está gritando ahora mismo es que mi hombre está muy feliz y angustiado—. Por ti iría hasta al infierno, no me importa nadie más que tú, amor. Así que llévame contigo, no importa a dónde, pero lo único que deseo es estar a tu lado y cuidar de ti.

Mi corazón se acelera muchísimo por sus palabras, despejando todas las dudas que tenía y mandando al diablo la decisión precipitada que había tomado de devolverle el departamento que me obsequió y romper nuestro lazo.

No quiero estar sin él.

—Te dejaré frente al hotel en el que me estoy hospedando y vas a pagar en la recepción por alguna habitación, no puedo traerte a la mía porque aquí está Noah desmayada —susurro y de manera vergonzosa sorbo los mocos de mi nariz—. Gracias por no haberme rechazado como me habían hecho creer que hiciste, gracias por no darme la espalda nunca desde que llegué a tu vida, Arthur.

Nos quedamos en silencio y escucho como abre la puerta de su hogar y eso me hace pensar en que ni siquiera sé dónde vive y tampoco se mucho sobre su vida, porque desde que nos conocimos todo se ha centrado en mí y eso estuvo tan mal, me encantaría conocerlo, saber qué le gusta y qué le disgusta, qué tipo de música le gusta, sus pasatiempos favoritos y un sinfín de cosas más.

Quiero aprovechar al máximo esta oportunidad que me he dado a mí misma al deshacerme del demonio que me tenía cautiva, sé que fue Lucifer quién me dio la herramienta, pero si yo no hubiera tenido ganas de luchar por mi libertad, en este momento estaría muerta o llorando por las barbaridades que estaría haciéndome Astaroth.

—Permíteme tomar algo de ropa y estaré listo, no quiero viajar sin nada que ponerme —responde y lo escucho comenzar a revolver las prendas de su closet—. Desde que era un niño me ha dado tranquilidad el viajar con mis propias pertenencias y no es por ser materialista, pero odio el tener que pedir que me presten ropa o estar usando prendas de vestir sucias dos veces, no me gusta la suciedad.

Suelto una risita divertida y sonrío recostándome contra la pared, Arthur tiene las manías propias de un señor mayor. No me quiero imaginar cómo serán las de un vampiro antiguo, porque según escuché en el clan esta mañana, tener cien o doscientos años es todavía ser un vampiro muy joven.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Where stories live. Discover now