I'm Fragile. ©#1 [BL] [Saga Yo Soy] 🏳️‍🌈 ✔️

#29: En la noche.

Quiero que tus ojos de cielo gris me dejen nadar en tus deseos magnéticos—MissingP.

KEEGAN

He pasado básicamente, todo el día con mi madre biológica, su esposo y mis hermanos. Me siento agotado, pero ha sido un día muy lindo y especial. Se más sobre la mujer de ojos color aceituna y de los gemelos, y hasta de Dominic, el cual es bastante hablador y divertido. Lamentablemente luego de la cena nos despedimos, claro que quedamos para salir otro día y también me invitaron a visitarlos en el hotel en el que se están quedando. He aceptado pasarme por ahí luego del instituto, la verdad me emociona la idea de pasar más tiempo con ellos.

Entro en la mansión, Amanda me saluda con una sonrisa, las sirvientas también, les devuelvo el saludo y pregunto por papá y mis hermanos; Lawrence salió con Jarius y sus amigos, los gemelos están en sus habitaciones ya que tienen mucha tarea, y Koa descansa en el jardín, por lo que decido pasar un rato con él.

Salgo al jardín y en unos cuantos pasos llego hasta el chico de negro recostado en una silla reposera, tiene un libro entre sus manos, cuando me nota sonríe levemente.

—Hallo Bruder, ist es gut gelaufen? —[Hola, hermano, ¿te fue bien?] Asiento y me siento en una de las reposeras del jardín cerca de la piscina.

—Sí, me fue bastante bien, sabes, tengo dos hermanos gemelos —cuento y él abre los ojos muy sorprendido—, no son rubios, tienen el cabello negro y los ojos azules, se parecen a su padre.

—Woah —suelta Koa riéndose—, a los gemelos seguro les gustará saber esto, ver dos pares de gemelos, qué locura.

—Espero se hagan amigos —Sonrío y cierro mis ojos disfrutando de la noche—. Corey y Carley cumplirán doce años pronto.

—No lo sé, quizás se llevan bien, la verdad Lohan y Laith son medio complicados con eso de hacer amigos, de hecho, creo que el único que tiene amigos es Lawrence, pero contados, además los gemelos Henderson son, aunque no lo creas más maduro de lo que nadie se imaginaba —Abro mis ojos y los fijo en el pelinegro—, bueno, y tú que tienes una montaña de amigos.

—No son muchos —Me río—, tú eres muy agradable, ¿por qué no tienes amigos?

—Porque odio lidiar con la gente, al menos con aquellos que no pertenecen a mi familia —expresa elevando un hombro—, además, nadie qué valga la pena se me acerca, supongo que mi forma de vestir y expresarme, no les gusta, aunque me da igual, me gusta quién soy, la opinión de personas que no me interesan, no me afectan.

—Me gusta ese pensamiento, si te amas tal cual eres, entonces no tienes que preocuparte, porque sabrás reconocer a aquellos que valen la pena, a esos que te ven por quien eres sin importarles qué tus gustos no concuerden con los suyos, o en todo caso, qué lo hagan.

—Tú vales totalmente la pena, hermanito —dice y cierra su libro—, por cierto, se te acaba de caer un papel.

Miro a un costado y sobre el pasto bien cortado está el número del camarero del restaurante al qué fui hoy. No demoro en cogerlo, abro el papel y saco mi móvil, regalo de papá, para sin demora agendar el número del atractivo chico.