Belle-mère

9 2 0
                                    

One Piece pertenece a Eiichiro Oda

Día 10: Belle-mère yendo con su pandilla al estreno


— ¿Estáis listos? — preguntó Belle-mère.

— Sí.

Todos se subieron motocicletas. Roger con Rouge, Belle-mère con Rosinante, Banchina con Sora, Hiruluk con Kuina, Tom con Yorki y Olvia con Clover. Ace había preferido ir con Newgate y con sus compañeros fallecidos de la tripulación de Barbablanca, entre ellos Oden y Toki. Además, todavía se sentía algo incómodo cuando estaba cerca de él, aunque ya no le gritaba ni le recriminaba nada.

Roger, Banchina, Belle-mère, Hiruluk, Tom y Olvia arrancaron los motores de sus motos que los bajarían del lugar donde descansaban los espíritus de los fallecidos.

Belle-mère y Banchina iban las primeras.

La risa risueña y de pura felicidad de la madre de Usopp podía escucharse incluso más fuerte que los motores de las motos fantasmales.

Belle-mère también rio, pero su risa era de euforia. Ella siempre había sido una rebelde y una aventurera, pero del lado de la bandera de la gaviota.

Ninguno de ellos, salvo los matrimonios y Belle-mère y Rosinante como reclutas de la Marina, se conocieron en vida. Pero tras su muerte, sus seres queridos que dejaron en tierra se hicieron amigos. Lo que hizo que dichos espíritus, que siempre se quedaron a su lado por mucho que los vivos no pudieran verlos, entablaran una amistad con el resto de padres y madres de la generación que cambiaría el mundo.

Belle-mère vio a sus amigos, todos felices. Kuina, que había fallecido demasiado joven; Sora, que ahora era libre de los yugos de su marido; Tom, contento de bajar a ver el estado de sus antiguos aprendices; Hiruluk, Yorki y Banchina, que volvían a tener la alegría sin las enfermedades que los mataron. En especial, la mujer de nariz larga, que siempre había sido muy enfermiza desde niña. Al menos Yorki y Hiruluk pudieron vivir aventuras antes de morir, pero ella había tenido muchas acciones prohibidas desde la niñez por falta de salud. Y ahora podía disfrutar todo lo que no pudo hacer en vida.

— ¡Ya llegamos al mundo de los vivos! ¡Nami, Nojiko, Genzo, nos vemos! — gritó Belle-mère.

— ¡SÍÍÍÍÍÍÍ! — gritaron Banchina, Sora y Rouge.

— ¡Ñahahahahaha! — las carcajadas de Roger eran tan intensas que era sorprendente que los vivos no pudieran escucharla.

Ya podía verse la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos... El mundo de los muertos solo era visible para los fallecidos, quienes podían ir y volver las veces que quisieran.

Una vez llegaron, todos empezaron a buscar a sus seres queridos, pero los Sombrero de Paja todavía no habían llegado.

Decidieron dar una vuelta.

Sabían que sus niños tarde o temprano llegarían.


Me gusta pensar que los seres queridos fallecidos de nuestros personajes favoritos se conocieron en el más allá.

Por mucho que Belle-mère sea una marine, tiene una pinta de macarra...

Hasta la próxima

Anécdotas en el estrenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora