CAPITULO 13

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Luego fue subiendo por su pierna, lentamente, asegurándose que cada centímetro de su lengua, la marcará.

Cuando llego a su límite, Samanta lo detuvo.

—Ven... acuéstate... — le indicó Samanta.

Él lo hizo, mientras ella se quitaba la ropa.

—Sí lo haces bien, será un granito de arena para que te perdone... ten en cuenta que vas a tener que esforzarte mucho para tal cosa.

Luego, se coloco encima de su cara, asegurándose que su feminidad quedará justo en su boca y comenzó a moverse, al mismo tiempo que la lengua de Draven hacia lo suyo.

Los gemidos de Samanta no se hicieron esperar.

Sin en cambio, se detuvo abruptamente cuando la puerta fue abierta.

—Lo siento... yo quería hablar con Draven— deslizo Elena.

Samanta sonrió de forma burlona. —Esta ocupado ahora. Vuelve luego o.... —mordió su labio inferior, mientras seguía moviendo sus caderas.

Elena sonrió y cerró la puerta, para luego caminar hacia ellos.

Se quitó la ropa mientras hacia esto y cuando por fin llegó a su lado, se dispuso a quitarle el pantalón a Draven.

—¿Tienes alguna objeción?— deslizó Samanta a Draven, cuando se le quitó de encima de la cara.

Él observo a Elena y sonrió. Luego negó.

Samanta se volvió a colocar encima, pero esta vez mirando para el lado de Elena.

Elena por su parte, planeaba masturbar a su hermano pero el ver que su virilidad estaba que explotaba, decidió llenarla de saliva como mejor supo hacerlo, ya que no le entraba en la boca.

Después de unos segundos, en los que Samanta volvió a mover sus caderas, se subió encima de su hermano, dejando abajo su virilidad.

Su idea era frotarse con su miembro.

—No,— deslizo Samanta. —mételo dentro tuyo.

—¡Ja!... eres igual de perversa que nosotros. — respondió Elena, dispuesta a darle el gusto.

Aprecio con placer como Elena besaba a su hermano, para seguidamente también quitarse  y ponerse encima de ella.

Le "chupo" absolutamente todo el cuerpo, hasta perderse entre sus piernas.

Draven por su parte besaba a Samanta eufórico, perdido de deseo.

Se quemaba, ardía en la lujuria del pecado que había ocultado, por temor a que ella lo considerará un depravado.

Entonces lo hizo, despacio por el gran tamaño Elena se fue penetrando, luego, cuando Samanta vio perder la punta entre su vagina, la beso.

Elena metió en su boca los pechos de su cuñada, al mismo tiempo que Samanta, le masajeaba los suyos y Draven subía y bajaba su pelvis para embestirla de forma rítmica.

Después de que Sam, sintiera un orgasmo, se quitó de la cara de Draven y se acostó a su lado.

—Quítate Elena... quiero penetrarla— comentó Draven, quitando a su hermana.

—Pareces desesperado— se burlo ella.

—Lo estoy— respondió, Draven, ya ubicando la punta de su miembro en la entrada vaginal.

Elena sonrió, al final, se coloco en una posición que le permitió a su hermano penetrar a Samanta, pero ella continuó arriba, besándola, y acariciado sus pechos, mientras recibía de igual modo, las caricias de Samanta.

Samanta a la vez que resistía las embestidas de Draven y su enorme virilidad dentro, se apoderó del trasero de Elena, separando y amasando sus nalgas, para dilatarlo con sus propios dedos.

*****

—¿Qué es esto?— inquirió Eufemia, en la habitación de Aira.

Él, que iba saliendo con dificultad del baño, sintió un frío aire recorrerlo.

—¿De quien es esta ropa interior?... ¿acaso has estado con alguna mujer?...

Su madre se acercó a él y lo abofeteo.

—¿Tienes idea del pecado que es esto?.

—cómo si no viviríamos en el pecado madre.

—Tu no... tú eres diferente... a ti nunca te llamo la atención el sexo ni nada de eso... ¿A quien le pertenecen estas bragas?.

—Vete y déjame en paz... —Aira, cansado, tomó el brazo de su madre y la sacó a la fuerza, después de quitarle las bragas.

Detrás de la puerta, mientras Eufemia, golpeaba exigiendo que fuera abierta, Aira, se llevó las bragas a la nariz, cerró los ojos al olerla y luego, se bajo los pantalones.

Con ellas, rodeo su miembro y se dispuso a darse placer a sí mismo.

—Serás mía Sam... algún día, te voy a poseer... — susurró finalmente viendo como su esperma manchaba las finas telas de las bragas.

****

Al día siguiente, Aira fue despertado por Draven, quien observaba las bragas de su esposa.

—Sammy, se quejo justamente esta mañana, de que se le pierden las bragas... — se burlo.

Aira se sentó en su cama de inmediato, buscando palabras, nerviosamente para explicar la situación.

—No te preocupes... — suspiró Draven... — se que te gusta, lo he visto en tus ojos... tenemos los mismos gustos...

Se sentó al lado de su hermano.

—Tú no la quieres. — comentó Aira.

—Te equivocas... me vuelve loco... quiero encerrarla en mi cuarto, atarla a mi cama y tenerla solo para mi... he buscado protegerla desde que la conocí... traerla acá no fue la mejor decisión pero tampoco quería tenerla lejos.
Sin en cambio, soy buen hermano— deslizo sarcástico — por eso, hable con ella y mientras no le hagas daño, podemos...

—¿Los tres?— inquirió Aira, entendiendo todo de inmediato. —no te confundas, es mía, mi esposa, mi mujer, mi reina... tú serás... uno más...

—¿Y si se enamora de mi?.

—Te asesino Aira...

Aira lo observo. —Entonces, ambos estamos dispuesto a todo por ella.

—¡Ja,ja!... te diría que gane el mejor pero Samanta es mía y lo seguirá siendo por las buenas o por las malas.

—Lo mismo digo... que toques su cuerpo no hace nada... yo quiero su corazón.

—Eso ya me pertenece Aira...

—¿Seguro?...

Draven salió de la habitación de su hermano, enojado e inseguro.

No se esperaba que Aira le dijera las cosas de forma tan clara... y aunque no planeaba hacerse para atrás en lo que había hablado con Samanta, era conscientes que si daba un paso en falso podía perderla.

—Yo tengo ventaja— se dijo a si mismo, en el baño de la planta baja— Yo la conozco, se que le gusta... que tipo de hombre le apasiona.. que desea... puedo dárselo... ¿puedo?— se preguntó.

ARDIENTE LUJURIA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora