Capítulo 15

52.7K 2.6K 300
                                    

Matteo Anderson

Ella tenía razón, todo lo que dijo era verdad.

Soy un maldito egoísta y lo acepto, pero qué más puedo hacer si ella demuestra que quiere estar lejos de mí, busca la manera de huir y no sé cómo manejar lo que siento.

Necesitaba un trago con urgencias, vi un bar de camino.

Entro al lugar si bien no es de mi gusto al menos tiene el whisky que suelo tomar, a penas me sirve el vaso me lo bebo de golpe, lo vuelve a servir y deja la botella a mi disposición.

—Hola, guapo —unas manos manosean mi pecho —¿Quieres que te haga compañía esta noche?

—Piérdete, ve a entregarle tus servicios a otro.

—Eres nuevo por aquí, me gustan los hombres como tú —sirve el vaso con licor.

—No me hagas repetir lo que dije —digo mordaz.

—Veo que tienes mucho estrés —besa mi cuello mientras masajea mis hombros —Puedo quitártelo, solo debes pedirlo.

Antes sin pensarlo me la hubiese llevado algún lugar para follarla, esa era la manera con la que podía lidiar con el estrés y la presión, pero ahora tengo a Bianca en mi vida, esos tiempos pasaron.

Carajos Bianca como se me ocurrió dejarla sola en casa, me levanto y la mujer se apega a mi como una sanguijuela.

—Puedo satisfacerte, soy una puta experta —toca mi entrepierna y yo tomo su brazo con brusquedad.

—No sabes escuchar, lárgate si quieres vivir aún —la empujo.

—Nos volveremos a encontrar galán.

Salgo del lugar, me apresuro en llegar Bianca no me perdonará, la traje aquí, pero terminé abandonándola.

Cuando me acerco a la casa noto que las luces están apagadas, subo a la habitación prendo la lámpara y ahí esta ella profundamente dormida, me acerco y noto una marcha oscura en la almohada, está húmeda, ella estuvo llorando.

—Perdóname Bianca, sé que la jodí, todo es mi culpa, prometo solucionar todo, esto no volverá a pasar —acaricio su rostro y besos su frente.

El sillón es incómodo, pero nada que hacer dormiré aquí toda la semana.

No recordaba haber dormido con una frazada acaso ella la coloco, me levanto y subo a la habitación, al abrir la puerta noto que la cama está vacía.

Bajo apresurado laa escalera necesito encontrarla, pensamientos de ella sola en la carretera se apoderan, diablos soy un maldito imbécil.

Me pongo los zapatos para salir a buscarla, pero veo como entra por la puerta principal.

—¿Dónde estabas? —me acerco.

—Fui a ver el amanecer —comienza a caminar a la cocina.

—Podías haberme despertado, estás embarazada —la sigo —Podía acompañarte.

—Anoche debes haber llegado tarde y al parecer disfrutaste tu noche —no me mira y calienta el agua.

—Perdóname —me mira —Ayer me porté como un imbécil.

—Ahora te das cuenta —cortante y fría.

—Preciosa —trato de acercarme, pero ella se aleja.

—Me dejaste sola en esta casa, me traes aquí y me abandonas —sus ojos se cristalizan.

—Perdóname, sé que la jodí.

—Matteo no soy plato de segunda mesa —a que se refiere con eso.

—Bianca ¿Dime que pasa? —ella se sigue alejando.

Eras todo lo que necesitaba [EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora