Capítulo 26

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Me estiré en la cama completamente descansada por primera vez en semanas. Había sido una noche especialmente tranquila y silenciosa, o tal vez tenía demasiado sueño como para enterarme de algo...

En fin, quitando la sorpresa mañanera de Co lleno de barro y sangre, una puerta rota, y un brazo huesudo y decrépito de mutante mordido que había sido arrancado de su dueño a la altura del hombro. Se podría decir que había sido una noche tranquilita, y algo calurosa, señal de que se acerca la primavera.

¿Qué hice al respecto cuando me di cuenta de lo que había hecho Co? Bueno, una persona sin experiencia alguna habría dicho algo así:

"—¡Jo*e* Co! ¡Me cago en todo! ¡¿Se puede saber qué hiciste anoche? ¡¿Por qué no me despertaste?! ¡¿En qué estabas pensando?! ¡Aaagg!— y entonces Co se habría encogido en su sitio asustado sin entender nada"

Pero yo, que ya tengo experiencia en estos temas, mantuve la calma y actúe como una persona sensata y responsable, teniendo siempre presente que, aunque pareciera alguien mayor, Co seguía teniendo la capacidad cognitiva de un perro


—¡Jo*e* Co! ¡Me cago en todo! ¡¿Se puede saber qué hiciste anoche? ¡¿Por qué no me despertaste?! ¡¿En qué estabas pensando?! ¡Aagg!— y entonces Co se encogió en su sitio asustado sin entender nada


Me desplomé en el sofá apretándome el puente de la nariz. Ese brazo solo podía significar que alguien ha intentado colarse en mi casa ¿Quién? Me gustaría poder echarle la culpa a un oso, pero esa mano huesuda, decrépita y de uñas alargadas no parecía de un oso, parecía del mutante de la trampa en el bosque, alargado, decrépito y de piel oscura, aún me da escalofríos. Pero, eso es imposible, dieciséis lo mató en el callejón hace menos de una semana torciéndole la cabeza. Aunque no han dicho nada en las noticias... Un momento... ¡Pero si yo no veo las noticias!

Tras cuatro tazas de café me paré en frente del salón mirando el desastre ¿Qué tengo que hacer? Arreglar la puerta, darle el suero a Co, pegar la pata de la mesa, esconder un brazo, coser las cortinas, ir al trabajo, vestirme, ir a la universidad, recoger el ordenador y enseñarle a Co que arrancar extremidades está muy mal y que no vuelva a hacerlo jamás. Suspiré agotada y me dispuse a hacer todo antes de irme, o por lo menos recolocar la puerta y darle el suero antes de que sonara mi alarma.


—No sé cómo lo haces pero me sacas canas verdes...— me agaché a su altura bajo la atenta mirada del chico —Vete a dormir a tu nido de cojines mientras yo no estoy. No rompas nada. Tienes cuatro salchichas encima de la mesa si te da hambre. Los colores y papel en el cuarto. Y, la caca y el pipí, en la caja del baño ¿Vale?— asintió, conseguir que el mutante no haga sus necesidades en todas partes fue lo más gratificante que he hecho en mi vida —Pórtate bien y no te mueras hasta que yo vuelva, ¿Entendido?

Co!— sonrió mientras yo le acariciaba la cabeza


Suspiré y salí de la casa cerrando la puerta, al menos hoy sí he podido dormir más de cinco horas seguidas, Y Co no ha llorado.


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Co (Más que un escorpión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora