33

949 129 65
                                    

Marcos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Marcos

—¿Por qué putas mientras más se les dice algo menos lo hacen? —gritó el entrenador exasperado tras su escritorio—. ¿A qué viene esa necesidad de ustedes por hacer lo opuesto a lo que deben?

Nos había llevado directo a su oficina donde, sentados uno al lado del otro, estábamos Edgar y yo frente a él escuchando sus gritos. Las venas de sus sienes palpitaban cada vez que alzaba la voz, casi al punto de estallar. Y no lo mencionaba por burla, esas mismas ganas de reventar las sentía yo, la necesidad de volver a tirarme encima de ese imbécil y romperle una pierna. Pero claro, no iba a ser fácil con el entrenador en frente.

—Ya esto se pasó de la raya, en especial para ti, Edgar, no es un simple raspón, le rompiste el maldito brazo —vociferó y algo ardió en mi interior—. ¿Qué vergas te pasa?

Él infeliz permaneció en completo silencio, mirando hacia el suelo y retorciéndose las ensangrentadas manos. Las manos empezaron a picarme de nuevo, ganas de darle otro puñetazo me quemaban más al verlo de esa manera, con expresión abatida como si hubiese sido él quien se retorcía de dolor. Mucho teatro, pero nadie se lo creería.

—¡Di algo, mierda!

—Hace un rato tenías demasiado por decir, aprovecha —intervine, esperando que así soltara la lengua.

—Tú cállate, traidor —me reprochó con un atisbo de decepción en sus ojos.

—No te metas, Marcos, no te quedas atrás —me riñó—. Recuerda que tampoco tienes las manos limpias, literalmente hablando.

—Fue en defensa de Andrés —expresé de brazos cruzados—, de todos modos, se lo advertí y le valió huevo.

—Me vale tres hectáreas, la única advertencia que vale aquí es la mía, pero a ninguno de los dos les importa una mierda, ¿verdad? Pues ahora a quien le vale lo que digan ustedes, par de niñas, será a...

Un portazo furioso interrumpió su regaño, un leve alivio al constante alboroto de su voz, pero por su misma expresión, sabía que nada bueno podía venir.

—¿Qué pasó? —La enfermera Clara había entrado hecha una furia, con ganas de asesinar al que sea, aunque estuviese casada con ella—. ¡Dios!

—Cielo, atiende la cara de este simio, no necesitamos más escándalos si se desangra —expresó el entrenador con cierta calma sospechosa.

—¿Quién fue? —inquirió frente a Edgar y yo, ignorándolo por completo—. ¿Quién le rompió el brazo a Andrés?

De forma automática, mi rostro y mis manos señalaron al idiota a mi lado, quién como el cobarde que es, apartó la mirada al sentir el peso de la furia de Clara sobre él. Claro está, si no fuese porque yo también estaba furioso con él, habría sentido la opresión de su aura aplastándome. Y con eso entendí un enorme misterio, el cómo una dulce señora estaba casada con un mastodonte como el entrenador. Tierna por fuera, peligrosa por dentro.

🏀Derritiéndome por ti🏀(+18)✅Where stories live. Discover now