Capítulo 13

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Lauren's POV

Al alba, casi parecía no haber problemas. El cielo era una mezcla entre azul oscuro y naranja, una mezcla de color que simplemente parecía digna de una obra de arte, pero era simplemente naturaleza. El césped, recién cortado, emanaba aquél olor tan característico que merecía la pena oler y que todo el mundo adoraba. Todo estaba en calma, incluso parecía que el dolor se pausaba durante unos minutos, disminuía. Todo estaba en paz. Pasé los dedos por la piedra, fría del rocío que había caído aquella noche, llevándome el agua de aquella humedad característica de principios del otoño. Cogí el tulipán que llevaba en la mano y lo puse sobre el césped, casi pegado a la lápida. Sin decir nada, me senté frente a ella.

-Te quiero. –Susurré en bajo, pasándome la cara por las manos mirando el nombre grabado en la lápida. –Lo siento.

Miré el nombre de mi padre grabado en la piedra, y agaché la cabeza entre mis brazos, sollozando un poco.

-Lo siento.. –Volví a repetir, limpiándome las lágrimas con los dedos, mirando luego al frente, sin poder evitar sollozar. –Estoy pasando por demasiado, papá. Casi no tengo tiempo para nada, y tampoco para venir a verte. –Apreté el mentón un poco y miré hacia arriba con un suspiro, que terminó siendo un quejido antes de volver a llorar. –Te echo de menos todos los días, papá. Y todo lo que hago es porque te sientas orgulloso de mí, estés donde estés.

Las lágrimas recorrían mis mejillas hasta posarse en mis labios, y ni siquiera pude articular palabra en los siguientes minutos. Pasé las manos por mi cuello mirando al suelo, intentando calmar las lágrimas que, no podía retener. Había pasado una semana desde aquello, y no quería saber nada de Camila. Mi teléfono sonaba y sonaba, pero no cogía ninguna llamada, aunque no sabía de quiénes eran.

-¿Sabes, papá? –Miré al nombre de mi padre y negué. –Empecé a salir con una chica hace unos meses. Se llamaba Camila, era perfecta. Estar con ella era como vivir en una canción de amor constante. No me cansaba de mirarla, de decirle que era preciosa. De decirle que la quería. Camila era como el último día de instituto, donde nadie hace nada y huele a verano. No puedes hacerte idea de cómo era, papá. Era la chica más dulce, tierna, amable y encantadora que hayas conocido. –Comencé a llorar de nuevo con una sonrisa en los labios. –Sus manos olían a coco siempre, y siempre le decía que olía genial aunque sonase raro. Y la echo de menos, echo de menos sus abrazos, sus besos. Echo de menos su voz levantándome por las mañanas para que cerrase la persiana porque le daba el sol en la cara. Echo de menos cuando la veía cocinar. Echo de menos que simplemente me mire, que me acaricie. Echo de menos cuando se volvía tímida y buscaba mis brazos para intentar refugiarse. Echo de menos cuando la veía trabajar y se me olvidaba que era mi novia. Echo de menos su voz, sus labios, ese lunar del muslo. La echo de menos. –Seguí llorando, mordiéndome el labio por si podía retener las lágrimas pero... Era imposible. Estaba con el corazón roto, contándole a la tumba de mi padre lo maravillosa que era la chica que me había engañado. –Y la odio. La odio porque era maravillosa y me partió el corazón. La odio por ser perfecta. La odio por hacerme creer que todo iba bien. Y quizás tuve yo la culpa. –Apreté las manos en el césped, inundándome de rabia por aquél pensamiento. –Quizás debería haberle dicho todas aquellas cosas que a mí me parecían cursiladas pero que ella necesitaba saber. Y ahora necesito decírselas, necesito que sepa que la amo, y que estoy aquí. La quiero papá, la amo y la odio. Y no puedo controlar esto..

Me quedé en silencio apoyando la espalda contra la fría piedra, llorando casi desesperada, intentando que las lágrimas salieran de mis ojos para desahogarme. Pero quemaban, quemaban más que el whisky que tomaba y que bajaba por mi garganta. Quemaba más que si pusiese la cara en el fuego.

room 72; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora