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April quitó sus lentes de sol al ver la hermosa casa.
Veo que elegiste un hermoso hogar para nuestro hijo, Sirio, pensó con una sonrisa nostálgica.
Subió al pórtico y acercó sus dedos al timbre, aunque antes de presionarlo titubeó.
No, April, no es momento de acobardarse.
Respiro de forma profunda y tocó el timbre.
Esperó unos minutos pero no parecía haber respuesta, se mordió el interior de su mejilla.
Tal vez no hay nadie.
Se dió vuelta dispuesto a marcharse pero la puerta se abrió.
El corazón del omega comenzó a latir con fuerza. Aunque su felino, se decepcionó totalmente al sentir que el aroma no era el de Sirio.
—Eh...buenas tardes, ¿necesita algo?—una voz desconocida hizo que se volteara con una sonrisa cortés.
El alfa que se encontraba en la puerta tenía una expresión amable y su aroma se mezclaba con uno que conocía muy bien.
Su felino gruñó enojado, ese alfa olía a su alfa.
—Eh...yo...estoy buscando a...Sirio Ajax.
Crux ladeó su cabeza confundido y observó fijamente al contrario, que por su aroma se trataba de un omega...pero si lo miraba bien...le recordaba a alguien.
—¿Quién lo busca?—preguntó con cortesía.
April sonrió de lado.
—Apr...—su presentación fue interrumpida por otra voz dentro de la casa.
—Crux, ¿quién es? ¿Por qué tardas t...?—la voz de Sirio se desvaneció en el aire cuando llegó al lado de su pareja y observó quién se encontraba al otro lado de la puerta—April...
Crux miró a su pareja completamente confundido.
El corazón del omega se agitó en su interior y sus mejillas se tornaron carmesí.
Era él, verdaderamente era él, su alfa...su...su Sirio.
Su felino se regocijó en su interior al sentir el fuerte aroma del alfa.
Sirio no podía creer que fuera realmente April, el omega del que se enamoró hasta las patas, le entregó toda su alma y luego lo abandonó a su pequeño cachorro y a él.
Su lobo sufrió mucho, entró en una depresión brutal que si no hubiese sido por Akram, probablemente ni siquiera estaría en este mundo.
