❛ Rhaella Targaryen, la hermana de "la reina que nunca fue", jamás tuvo esa presión de la realeza sobre sus hombros, desde pequeña su unica certeza había sido pasar su tiempo volando y surcando los cielos, batallar para defender a su gente. Pero ya...
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❝ 𝐓𝐡𝐞𝐲'𝐫𝐞 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐤𝐢𝐝𝐬 ❞
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La mañana era tranquila, o eso fue lo que la princesa Rhaenyra pensó mientras se encontraba sentada leyendo y acompañando a sus hijos los cuales jugaban con sus dragones de madera, al parecer ya era la segunda batalla ganada por Baela, pues Jacaerys se quejó.
—¡Eso no es justo!
—El jinete de tu dragón se ha caidoo. —Canturreó la gemela mayor.
Ambos se lanzaron al suelo para comenzar a jugar de manos, un compartamiento que no seria bien visto para la próxima heredera al Trono de Hierro. Pero ese sería el destino de Baela, su primogénita a pesar de que en aquel parto habían nacido dos niñas, dos hermosas princesas con piel oscura y cabello blanco, características Velaryon por encima de las Targaryen sin duda, pero la felicidad de aquel día pudo eclipsar cualquier dolor. Laenor estaba encantado, aún era muy joven cuando tomó en brazos a Rhaena mientras Rhaenyra sostenia a Baela.
"Las llamas gemelas" así las habían apodado en todo el reino. Claro que un heredero trae controversias y la princesa heredera estaba al tanto de ello, pero desde que se había convertido en madre conoció un nuevo lado de si misma, uno muy protector, como si aún estuviese conectada a sus niños por el cordón umbilical.
Las puertas se abrieron y Elinda, la doncella de la princesa Rhaenyra apareció con rostro apenado y la frente sudorosa, con los cabellos pegados a la nuca.
—Lo lamento, alteza. —Dijo con apuro. —Mis compañeras necesitaban algo de ayuda.
La heredera soltó su libro para alzar aquellos ojos lilas hacia la recién llegada, una expresión de confusión le surcaba el ceño.
—¿Ha ocurrido una emergencia?
—Creí que ya se habia anunciado, princesa. —Reconoció con algo de vergüenza, como si fuese su culpa. —La princesa Rhaella entró en labor de parto esta madrugada.
