PERSONAJES ANIME X TÚ || ONE-SHOT || LEMON

KENTO NANAMI

—Ese niño...—miré a Nanami—. Itadori Yuji.

—¿Qué ocurre con él?—preguntó sereno.

—Te está cambiando mucho—sonreí a mi taza de té medio vacía—. Me alegra que te esté haciendo bien.

—No sé a qué te refieres—habló sin todavía mirarme a la cara.

—Claro que lo sabes—volví a apoyar la taza en el plato—. Cambiaste mucho desde... El incidente. Te volviste distante.

—Ya se por dónde vas. ¿Me has invitado a una merienda para esto?

—Te eché en falta, Nanami—suspiré—. Ni si quiera fuiste al aeropuerto para despedirte cuando me fui del país.

—No podía.

—¿Horas extra?

—No podía decirte adiós—resopló, pasando una mano por su cabeza—. Es... complicado.

—Tenemos tiempo, puedes explicármelo.

Finalmente llegamos a un acuerdo. Iría esta noche al apartamento de Nanami para continuar con la conversación.

Hace años que no nos veíamos, desde que decidí alejarme debido a los sucesos en primer año en la escuela de hechicería. Cuando finalicé la formación tras el tercer año, al siguiente decidí alejarme, intentar hacer una nueva vida.

—Buenas noches—sonreí al ver que la puerta se abría.

—Te ves bien.

—Gracias—dije satisfecha—. Con permiso.

—Adelante.

Analicé el entorno, se veía bastante ordenado y limpio. Nanami me guío hasta el comedor y me ofreció asiento.

—Bueno—toqueteé la madera de la mesa.

—¿Por qué te marchaste?—dejó una copa con vino frente a mí.

—Te has acordado...

—Siempre te gustó el más caro—tomó asiento.

—Gracias—dije con la voz temblorosa.

—¿Entonces?

—Eres demasiado directo—supiré con una sonrisa melancólica—. Como siempre—hice una pausa antes de responder—. No pude soportar la muerte de Haibara.

El simple hecho de pronunciar su nombre ya hacía que se me formara un nudo en la garganta.

—Intenté rehacer mi vida, así que supuse que irme a otro país era la mejor opción—tomé un poco del líquido carmesí, mirando el cristal de la copa con tristeza—. Tal vez me arrepienta.

—Yo sí me arrepiento.

—¿De qué?—mis ojos se encontraron con los suyos.

—De no haber ido al aeropuerto. De no haberte detenido y suplicado que no te marcharas.

Mi mano flaqueó, obligándome a posar la copa sobre la mesa con torpeza.

—Yo tampoco podía lidiar con lo que pasó, y cuando supe que te ibas... Sabía que no podía hacer nada por detenerte. Pero me equivoqué—se levantó de la silla, rodeando la mesa hasta llegar donde me encontraba—. Era un niño tan cabezota...

—Y que lo digas—solté una risilla, girándome hacia él.

—Te perdí. Y me recriminaba por ello todos los días, ______.

Entré en pánico al ver que se arrodillaba, levantando la cabeza para mirarme.

—No cometeré el mismo error de nuevo. No dejaré que te marches sin que sepas lo que me haces sentir.