8. Escapadas a hurtadillas

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Emma

En una situación de acción es necesario mantener la calma para poder actuar correctamente. Analizar las variables y escoger aquellas que tuvieran un índice inferior de fracaso. Pero en aquel momento, con los gritos de la gente, las sirenas de la policía y la mirada de Ethan clavada en mí, no podía mantener la calma. La única salida era la puerta que estaba bloqueada por un agente, lo había conseguido ver por una ventana antes de encerrarme en el baño.

No tenía nada que temer porque mi madre no me habría mandado a otro país con una identificación falsa si no aseguraba mi bienestar. Solo había enseñado mi documentación en ocasiones muy puntuales: al entrar en el país, cuando trabajé por primera vez y al echar la matrícula de la universidad. En ninguna de ellas me habían puesto ninguna pega, pero claro, en ninguna la policía estaba de por medio.

―Emma, escúchame, no va a pasar nada.

―Hay una puerta trasera ¿verdad? Tiene que haberla, en las pelis siempre aparece, es por donde entran los malos ―me separé de la puerta y me llevé las manos a la cabeza intentando pensar con claridad, estaba comenzando a decir tonterías ―. Antes...me has dicho que habías investigado la casa.

Me giré para mirarle de frente. No supe descifrar muy bien su rostro. Mostraba una confusión que yo no podía resolver porque habíamos acordado no hablar del pasado. Joder, estaba claro que acabaría saliendo a la luz, pero nunca pensé que fuera tan pronto.

―Ethan ―me acerqué a él y le supliqué con la mirada ―. Tienes que ayudarme, por favor, tengo que salir de aquí.

Él sabía que no diría el por qué y por un momento pensé que no me ayudaría, que tendría que buscar una solución yo sola, pero cogió mi mano y me miró fijamente.

―Primero tienes que tranquilizarte, ¿vale? ―Su tono de voz dulce y relajado normalizó mi ritmo cardiaco ―. ¿Te has dado cuenta de que hay un garaje en el extremo de la casa? ―Asentí, lo había visto porque al llegar varios chavales jugaban al Beerpong ahí y otros estaban sentados en un sofá esperando su turno ―. Tenemos que encontrar la habitación que se encuentra encima, saldremos por la ventana y podremos saltar. No hay tanta distancia.

―Nos van a pillar.

No solía ser una persona pesimista, pero la vida muchas veces era una mierda y te obligaba a serlo. No veía un buen final para todo aquello. Quizás, incluso era mejor salir por la puerta y que nos pidieran los datos, a que nos pillaran escapándonos.

―¿Confías en mí?

―Sí.

No lo pensé porque no había nada que pensar. Mi subconsciente quería buscar los hechos que me habían llevado a confiar en él, pero no era el mejor momento. La respuesta era afirmativa y no tenía que dar explicaciones a nadie. Ethan cogió mi mano, abrió la puerta del baño y sacó la cabeza lentamente para asegurarse de que no había nadie en el piso superior. Salimos, abrió la última puerta del pasillo y entramos justo antes de escuchar cómo alguien subía las escaleras.

―Taylor, revisa la buhardilla, yo me encargo de esta planta.

La voz del policía sonó lejana, pero lo suficientemente fuerte como para saber que nos quedaban minutos de ventaja. Ethan abrió la ventana y se asomó.

―Genial, no hay nadie, tenemos que darnos prisa.

Salió por la ventana con una agilidad que me sorprendió, al parecer estaba en plena forma física y el perfil de sus brazos terminaba de confirmarlo. Me moría de ganas por ver lo que escondía bajo su...

Mil Batallas // Bilogía: DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora