XX Proyecto

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«Hace cinco años dirigí un proyecto que suponía un gran reto, conectar seis de los mejores ordenadores cuánticos del país, aportando cada uno de ellos su campo de conocimiento y la capacidad de procesamiento de sus inteligencias para alimentar entre todos a una única Inteligencia Artificial. La idea era que entre todas, desde una perspectiva matemática, crearan un mundo virtual igual en esencia al nuestro.

»El objetivo de la IA era, teniendo en cuenta todos los factores que le iban aportando, resolver una ecuación que básicamente, consistía en solucionar los graves problemas que acucian a la humanidad y que la están llevando al borde del colapso».

—¿Un mundo como esos en los que juega mi hermano en el ordenador?

—Sí, más o menos. Aunque mucho más complejo. Tan real y complicado como el nuestro.

—¿Y qué pasó? —reclama Mamí intrigada.

La doctora gira su silla para mirarla de frente, con cara seria continúa explicando:

«La IA fue procesando los datos que recibía en un circuito cerrado desde las ubicaciones en los que se encontraban los ordenadores servidores, sumergiéndose en ese mundo creado por esos seis ordenadores, en su lenguaje iba resolviendo ecuaciones complejas y con ellas aportaba soluciones reales a muchos de esos problemas que tiene la humanidad: la pobreza y el hambre en el mundo, las desigualdades socio-económicas entre diferentes zonas, la crisis energética, el problema del calentamientos global, los conflictos interreligiosos...

»Pero a cada solución que ofrecía, por acertada que pareciera, surgían nuevas ecuaciones más confusas, parecía que el problema matemático en vez de ir resolviéndose se hacía más y más complejo, invirtiéndose el proceso: en vez de dar respuestas, se multiplicaban, y en vez de acercarse a un resultado final, se alejaba hacia un resultado más incierto.

»Una gran parte de las dificultades que se encontraba la IA a la hora de dar respuestas positivas, venían dadas por las resistencias que las IA aportaban como oposiciones y negativas de la propia humanidad ante las medidas que iba presentando.

—Si es que los humanos no tenemos remedio ni siquiera en un mundo virtual —protesta Mamí indignada mientras permanece completamente sumergida en la historia que está comentando la doctora.

—Pero, no entiendo —aprovecha la interrupción Lucy para expresar sus dudas—. ¿Cómo van a expresar sus opiniones a favor o en contra los humanos si solo es un juego?

—Una persona es una incógnita en sí, dos o más son pura estadísticas —afirma el capitán que permanece atento a las explicaciones de la doctora—. A nivel matemático se puede prever lo que harán los diferentes sectores de población, líderes nacionales, grupos de presión y religiosos...

—Así es —afirma la doctora—. No sabemos qué pensarías o harías tú individualmente ante un hecho concreto, pero si podemos saber cuantificar la opinión y reacción por sectores, por ejemplo de edad, los jóvenes serían más positivos a nuevos cambios y las personas mayores más reacias. —La doctora extiende sus manos y se encoge de hombros—. Todos estos datos y muchos más fueron tenidos en cuenta en los algoritmos que utilizaban las IA.

—Y ante posibles acciones que proponía la IA central, algunos grupos de humanos virtuales mostraban su satisfacción pero otros rechazaban las propuestas, creándose conflictos que se cuantificaban y trasladaban a la IA —amplía el doctor Lee desde el iglú. Su voz suena en todas la salas.

—¿También estaba usted, doctor? —pregunta Mamí.

—Sí, yo era el ingeniero jefe de computación y software. Me encargaba del buen funcionamiento del ordenador principal y la conexión con los servidores que estaban en diferentes lugares del país.

Marko & IACDonde viven las historias. Descúbrelo ahora