Capítulo 20

25 5 0
                                    

Estamos en la recta final de la historia <3

- - -

Erik había observado desde la lejanía como la vida seguía su curso aún después de la muerte de Charles. Sabía que para la mayoría era un suceso trágico que olvidarían a la semana siguiente, pero para él, fue como morir en vida, fue perder una parte de su alma que apenas empezaba a nacer. Y a lo único que podía aferrarse para no cometer una locura, era a su hija Nina, quien de ahora en adelante solo lo tenía a él para poder estar protegida.

Si él era sincero, renunciar al trono fue lo más fácil de hacer, al fin y al cabo, no quería permanecer en el puesto que le había llevado a su desgracia, a veces, inclusive se preguntaba si podría haber sido feliz con Charles si ninguno de ellos hubiera tenido la responsabilidad de llevar un reino. Pero no tenía caso seguirse preguntando algo que ya nunca iba a pasar.

—Señor, la reina Nina lo busca. Viene acompañada del rey regente Azazel.

Lo segundo más fácil de hacer, fue deshacerse de todo rastro de la familia Mässajad. Eliminó sus casas, negocios y todo lo que estuviera relacionado con ellos, aunque las cosas de valor, decidió regalarlas a toda persona en el reino. Ellos seguramente podrían hacer algo útil con esas pertenencias manchadas de sangre.

—Voy enseguida, Jean.

Lo que no había resultado tan sencillo había sido tener que despedirse de Charles, simplemente no podía hacerse a la idea de no verlo nunca más, varias veces pensó en quedarse con el cuerpo, pero su parte racional le salvó de aquella locura y con pesar llevó a su amado hasta Kusintha, dónde gracias a sus últimas muestras de poder, erigió un enorme templo, rodeado de flores y libros que cuidarían por siempre de Charles. Incluso el aroma que llegaba a tu nariz cuando pasabas por esa zona, era delicioso, capaz de hacerte olvidar tus problemas aunque fuera por poco tiempo.

El adorno que más le encantaba a Erik, era aquel cuadro donde Charles, los niños y él parecían una hermosa familia. Un sueño que no se podría esfumar con el viento.

Fue ahí el primer sitio a donde llevó al rey David, que al contrario de lo que esperó Erik, le recibió de buena manera esperando noticias positivas sobre su padre. Cuando supo de la verdad, Erik se dió cuenta que él no sería el único que siempre sufriría la pérdida de Charles.

No sería el único que sentiría como si en un día durara tres otoños.

—Padre.

Su relación con Nina, había mejorado significativamente, porque ahora podía prestarle mayor atención y aconsejarla cuando fuera necesario. Aunque esto no significaba que ella pudiera ir a verlo a cualquier hora y no porque no quisiera, sino por la maldición de la líder de las Zhivot, aquella mujer que lo había condenado a vivir mientras todos estaban muertos, o mejor dicho, dormidos.

—¿Cómo has estado, pequeña?— quizá esa palabra ya no fuera tan adecuada, pues su hija había cumplido catorce años y en poco tiempo iba a contraer matrimonio con David, uniendo así los reinos de Kusintha y Dashuria.

—He venido a esta hora porque... hemos encontrado el rastro de las Zhivot que aún quedan vivas— por supuesto que Erik se había dedicado a dar caza a todas las Zhivot, no iba a descansar hasta que la líder estuviera muerta. Él necesitaba reunirse con Charles, ser felices aunque fuera en otra vida y si no podía morir, su alegría desaparecería también—Azazel por favor.

Después de fingir su muerte, Erik había dejado que Azazel actuara frente al mundo como rey regente, para que su hija pudiera ascender al trono como reina sin que nadie se lo impidiera, ni siquiera la Iglesia. La boda con David, era la única forma que tenía para darle el poder y, a la vez, protegerla.

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora