Stupid heart (Chanmin)

Capítulo 10

—El infierno que me atormenta 
A veces termina convirtiéndose 
En un maravilloso  cielo...🍒

El reloj se detuvo justo a las 12 AM, su cuerpo aún tibio estaba en mis brazos, las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos, lo había perdido, una vez más perdí a una de las personas que más amó, una vez más estoy solo en este mundo tan cruel, sabía que esto pasaría, ambos lo sabíamos pero yo no quería aceptarlo, no estaba preparado para perderlo y aunque busque la manera de recuperar mis memorias no lo conseguí y siento que no me esforcé lo suficiente.

El cielo empezó a llorar conmigo, la lluvia empezó a caer y los truenos se escucharon fuerte. —Ya no quiero ser eterno— parpadee una vez ante el nuevo recuerdo, mi cabeza dolió tanto que me obligó a gritar —Quiero experimentar lo que los humanos sienten al morir— un recuerdo más y otra punzada de dolor en mi cabeza, entrecerré los ojos y cuando los volví a abrir, dirigí  la vista al cuerpo que estaba sosteniendo ya no era el de Seungmin.

—Era el de mi padre—

No se que demonios estaba pasando pero en este momento estaba tan confundido y el dolor de cabeza empeoraba, no sabía que había pasado y como el cuerpo de Seungmin se había convertido en el de mi padre, coloqué aquel cuerpo sobre la cama y deje un beso sobre el, me puse de pié e intenté caminar pero luego escuche la voz de Seungmin llamarme, miré a todos lados pero no lo veía y tampoco lograba identificar de dónde venía el sonido de su voz.

—Channie, despierta,  me estas asustando— Sentí un ardor en mi mejilla  y luego volví a escuchar su voz.

—Despierta, idiota— No pude evitar que mis labios se curvaran al escuchar la forma tan amorosa en la que me llamó, debo estar loco.

Abrí mis ojos lentamente, había demasiada  iluminación que apenas podía mantener mis ojos abiertos.

—Ah, que bueno que despertaste— Lo escuché suspirar y tranquilizarse y entonces me di cuenta que todo había sido una pesadilla, Seungmin estaba ahí junto a mí, sonriendo como siempre lo hace, mostrándome esa sonrisa tierna y perfecta que tiene.

—¡Seungmin estas vivo!— Me apresuró a tomarlo de las mejillas y besarlo una y otra vez sin cansarme.

—Claro que estoy vivo tonto, aún me quedan 30 días— lo dijo como si nada, como si ya lo hubiera aceptado, como si estuviese conforme con el destino que su vida tiene, ¿Cómo le hace para no tener miedo?.

—Tonto, deja de decir eso, no vez que me lastimas cada vez que me lo recuerdas—
Acaricié  mi mejilla que de alguna manera  seguía ardiendo.

—¿Por qué me duele la mejilla?— Fue más queja que pregunta y luego Seungmin, empezó a reírse como si le hubieran contado el mejor chiste de la historia, se rió tapándose la boca con una de sus manos mientras sus ojos se hacían pequeñitos y se cerraban conforme sonreía, me he enamorado de un ángel.

—Por la diosa Venus, él es tan hermoso, sin duda alguna, él es más hermoso que el dios Ares—

—Lo siento es mi culpa, estabas hablando y llorando mientras dormías, no sabía que hacer, me asuste y te di una cachetada para que despertarás, lo siento amor pero tenía más de media hora intentando que despertarás.—
Lo rodeé de la cintura con mis brazos y lo jale hasta dejarlo sentado en mi regazo,  él no se opuso, solo colocó sus manos alrededor de mi cuello y acortó las distancia entre nuestros rostros haciendo que nuestra nariz se roce una con otra y nuestras frentes se unan.

—No tienes por qué disculparte—
Le susurré y terminé con la distancia que nos separa, aprisione esos labios esponjosos  y dulces con los míos, lo bese  con desesperación y el ambiente entre nosotros se empezó a calentar, llevé una de mis manos hacía su espalda, levanté su camisa y acaricié su espalda, su piel el tan suave y tibia.

Seungmin juega con mi cabello, sus dedos tiran de ellos con sutileza. Me puse  de pié con él sobre mí y me dí  la vuelta para dejarlo caer sobre la cama y acomodarme en medio de sus piernas las cuales abrió para darme espacio, nos separamos de nuestro beso y nuestros ojos se conectan dejándome ver ese reloj que tanto odió pero rápido desvío la  mirada  hasta sus labios los cuales están brillos por la saliva de mi húmedo beso, él me sonrió y yo le sonreí de vuelta y nuestros labios se volvieron a unir.

—Llévame a las estrellas— Me susurró con su agitada voz cuando nos hemos separado del beso y pues soy un puto dios y lo puedo llevar al mismísimo cielo solo para hacerle el amor.