Día 1: Autocontrol

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Aegon constantemente tenía que recordarse donde estaba, que aquel lugar no era su casa sino la universidad donde trabajaba como profesor y debía mantener el comportamiento propio esperado de su puesto, tenía que ser un buen ejemplo para todos sus alumnos alpha que iban en su búsqueda para que le diese consejos.

No podía permitirse que alguien notase como hacía uso de todo su autocontrol para no tomar al bonito omega de rizos castaño que siempre que tomaba primer lugar al frente en su clase, aquel que mordía el lápiz con increíble sensualidad antes de realizar una pregunta, para sentarlo sobre su escritorio, hacerse un lugar entre sus piernas y poder comerle la boca como deseaba desde la primera vez que lo vio.

-Dioses...- murmuró cuando notó que el castaño tomó asiento, mientras él fingía arreglar las notas para su clase. Ese día el chico se veía aún más hermoso y radiante que antes.

-Buenos días, profesor- saludó alegremente el joven con su melodiosa voz.

-Buenos días, alumno Velaryon- devolvió el saludo de la forma más profesional que pudo y pudo notar un pequeño puchero en el rostro del castaño al oír la parte de "Alumno Velaryon" tuvo que contenerse de decirle lo adorable que se veía de aquella forma.

Jacaerys Velaryon era un omega hermoso, alegre y muy inteligente, quién lo sorprendía con cada pregunta que realizaba en clase, le encantaba que su joven alumno prestara atención a cada palabra que él decía, adoraba poder sentir el olor de la menta cuando el castaño estaba cerca de él, a veces creía que estaba tentándolo pero aquello era imposible, si bien él era el profesor más joven de la universidad le llevaba ventaja de unos buenos años a Jacaerys.

Al terminar la clase, el omega se acercó para aclarar algunas dudas sobre la clase, y Dioses allí estaba ese aroma a menta que lo tentaba, podía sentir sus manos picando por tocar al omega, por arrinconarlo contra la pizarra detrás de ellos, mandaría al diablo a todos sus otros alumnos e incluso al maldito decano con tal de probar aquella bonita boca de labios del color rosa más tentador que hubiese visto en su vida pero de nuevo estaba esa voz que le decía que debía mantener sus manos para él, no podía aprovecharse de su joven alumno, haciendo uso de todo su autocontrol y tomando entre sus manos su laptop y notas en un intento de tenerse ocupado, contestó cortésmente cada una de las preguntas del castaño para luego caminar hacia la sala de profesores.

Agradeció en sobremanera que aquella noche su hermana Helaena le hubiera invitado a cenar, pues podría descansar un poco su mente del trabajo y de cierto castaño que no abandonaba sus pensamientos ni a sol ni a sombra, como un dulce tormento.

-Entonces... ¿Algo interesante en el trabajo?- preguntó con una sonrisa divertida la rubia frente a él.

-Nada, lo de siempre, alumnos que no prestan atención, el decano presionando por los promedios bajos- respondió de forma desinteresada mientras probaba un bocado de su comida.

-Ajá y el olor a menta, ¿Viene de la universidad también?- el tono curioso en Hela era evidente- Porque es muy fuerte, como si dijeran "atrás perra, este alpha es mío"- se burló

Aegon se congeló en el momento en que su hermana nombró el olor a menta, aquel olor era perteneciente a las feromonas de Jacaerys pero era imposible que ese chiquillo le hubiese marcado con su olor sin que se diera cuenta.

-No sé de qué hablas- intentó sonar casual pero su corazón estaba comenzando a latir de forma acelerada por pensar en esa posibilidad. Solo recibiendo una sonrisa burlona de la rubia.

Al día siguiente Aegon seguía pensando en aquello dicho por su hermana, ¿Él realmente olía a menta? Mientras pensaba en aquello el profesor Cole se había acercado para pedirle el favor de acompañarlo en su clase pues ese día no tendría asistente y Aegon aceptó, no tenía nada para hacer y no perdía nada ayudando a Criston, fue entonces que al ver al omega castaño sentado en la primera fila de la clase pudo notar que éste le miraba nervioso.

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