IV. Recuerdo.

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La razón por la que estoy en Supermaxx, es por el fracaso de una misión.

Una de las tantas por las que perdí gente.

A mi gente.

—Pareces reportero —juguetea Bullfrog.

—¡Que así es mi voz!

—Ya sé, ya sé. Es que es graciosa. A ver pon cara de seriedad.

—Así es mi cara.

Infla las mejillas.

—Puff, ¿Bromeas?

—No bromeo, rana tonta.

—Oye, no soy tonto.

—Actúas como tal, ahora déjame contar mi trágica historia de depresión.

—Es malo bromear con la depresión.

No era una broma, es lo que tengo, idiota.

—No te enojes conmigo.

Claro que no puedo, ya estoy dejando de tener esperanzas de que llegues a asesinarme, debo aceptar que serás mi ultima compañía en esta agonía. 

—Rayman.

—¿Qué chingados quieres, Bullfrog?

—Que cuentes tu historia de origen, obvio.

—¿Siempre eres así?

—¿Así cómo?

—Infantil.

—No lo soy.

—Claro que lo eres, en serio, no puedo ni creer que hayas matado gente.

Ladea la cabezota.

—Sin comentarios.

Me paso la palma por el rostro, poniendo una cara larga de "por amor a Dios, este sujeto en serio que se toma las cosas a la ligera". La ligereza que no pude tener en ningún momento, fui el líder de todos y acabe fallándoles. 

—Anda —insiste, agitando la mano—, ya no te interrumpiré.

Asiento.

En una de las torres de armamento militar, controlado por Sarah Fisher, nos introducimos por medio del sistema de ventilación.

A las fueras, otro grupo tenia entretenido a Laserhawk, temía que los pudiese matar pero era ahora o nunca, asesinar a Sarah antes de que siguiesen buscándonos. Logrando permitirnos ganar tiempo y entrar a la sala de control, matando a los guardias, apagando las cámaras de cada pasillo por el fuimos dividiéndonos los dieciséis rebeldes que quedábamos vigentes. Los Niji 6 se entretenían con cinco de nosotros que fueron a la sala de energía termonuclear, recargándola hasta poner en riesgo a los que se encontraran en un radio de tres metros. 

Corrí con los que aun seguían tras mi espalda, disparando con nuestras pistolas láser a los tigres que hacían guardia a la oficina de Sarah. Dos fueron heridos de gravedad, y no quise regresar, tenía que seguir adelante. 

Seguí lo más que pude, escuchando a mis compañeros decir que los encargados de acabar con Laserhawk, murieron. Ahora, el sonido de sus propulsores se iba acercando hasta que una pared hizo explosión, cayendo trozos de concreto y barandillas por el pasillo, entrando el hombre en quien confiaba, apuntándonos con su brazo convertido en un lanzador de proyectiles, disparando el primero a mi derecha.

Arrestándome entre el humo a las puertas de la oficina, seguido de un par de hermanos que me resguardaban. Los dos eran lagartijas, y dicen que las lagartijas cuando pierden su cola, les crece otra. Pero cuando Sarah salto del escritorio y les voló todo, no les salió una cabeza de repuesto.  

T R O U B L 3 - [  RAYFROG ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora