Capítulo 4

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Capítulo 4: Lindo Gatito no te comas mi rostro/Ya no quiero ser un semidiós, no quiero morir, la paga es mala y los dioses son una basura/Un hombre toro abraza una Harley

La ventaja de tener una gran falta de memoria es que no recuerdas todos los momentos donde alguna vez sentiste miedo, una reacción humana tan poderosa que puede hacer al hombre más fuerte temblar como gelatina mientras orina sus pantalones o hacer que ejércitos desistan de atacarte por aquella emoción tan simple pero a su vez poderosa.

Dicen que el miedo mantiene los sentidos alerta y te ayuda a sobrevivir. Pero yo puedo debatir esa teoría.

Al ver a ese león ridículamente grande y sorprendentemente más peligroso que ningún otro león que haya existido, es fácil notar que no se trata de una rara coincidencia de que este tren llevara un león alimentado con esteroides en su carne. No podía ser tan fácil.

A mi cabeza llega el nombre de aquella criatura y en ese momento el miedo me hizo incluso imposible poder pronunciar una simple palabra o tan siquiera un mísero sonido, pero parece que no soy el único que paso por eso. Pues a mi lado el gorila se quedó tan quieto como yo, al parecer incrédulo de lo que estaba frente a nosotros.

Suena como una reacción normal ¿Verdad? Lamentablemente nada de eso paso, o al menos la última parte, pues Apolodorus si se congelo un segundo pero nada espero antes de lanzarse como un gladiador de la antigua era mientras yo estaba aún paralizado por el miedo. Ver como su sacaba una especie de abrecartas de bronce y que de un segundo para el otro se convertía en una gran y afilada lanza de bronce celestial lista para lastimar a aquel león.

Y ojala eso hubiera sido posible, pues tal y como lo imagine cuando la punta del arma impacto contra la piel de ese león no paso absolutamente nada, ni herida, ni sangre o siquiera un mísero rasguño. La piel de la bestia estaba completamente intacta.

El león no tardo demasiado en reaccionar para con una impresionante velocidad casi arrancarle la cabeza al hijo de Ares de un zarpazo, afortunadamente el gorila logro agacharse y rodar por el suelo tratando de atacarlo por la espalda con su lanza de nuevo, pero solamente obtuvo el mismo resultado, pues el león en está ocasión logro quitarle su arma de las manos.

– ¡¿Por qué no puedo herirlo?!

–Es el león de Nemea, tremendo idiota –Hablo mientras alzo mis armas- tiene la piel más dura que ningún arma puede atravesar su piel. –Bramo molesto por su tontería de haberlo atacado-

El león al parecer escucho como lo llamaba pues se volteo para mostrarme sus hermosos y mortíferos dientes, estoy seguro que esa sonrisa atraería a bellas leonas pero no a mí, yo solo tengo ganas de escapar.
Pero cuando se lanzó con toda la intención de hacerme su almuerzo no dudo en dar un giro hacia adelante para rodar por el suelo viendo como aquella bestia pasaba por encima de mí hasta caer justamente enfrente de la puerta por la que habíamos entrado.

–Muy bien, si sabes tanto dime como mato a esa cosa ¡Debe tener un punto débil!

–Hércules lo asesino estrangulándolo porque ninguna de sus armas pudo penetrar su piel, sus propias garras fueron las únicas capaces de poder hacer posible quitarle la piel cuando lo degolló.

Hace un tiempo me habría preguntado cómo es que monstruos como el león de Nemea seguían con vida después de haber sido asesinados ya hace miles de años, sin embargo Quirón me comento que los monstruos se regeneran en el Tártaros, son capaces de morir pero pasarán un tiempo en ese lugar regenerándose para volver al mundo de nuevo y joderle la existencia a alguien más. La única ventaja es que me comento que incluso pueden tardar años en regresar, así que si tenías suerte sería el problema de alguien más y justamente ahora era problema nuestro.

La Voz de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora