Capítulo 53

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- ¡¿Por qué eres tan obstinada?! - gritó, tapándose la cara con ambas manos.

- ¡Estas hablando de mi familia! - respondió, en el mismo tono - Ellos... están en peligro por mi culpa... tengo que salvarlos.

- El tiempo se agota - intervino Inu No Taisho, observando el lugar - La barrera del árbol sagrado... se está destruyendo.

- ¿Qué? - la sacerdotisa y el peliplata redirigieron sus ojos al demonio.

- También puedo percibirlo - la miko se posicionó al lado del youkai - Hay algo... que no pertenece a este mundo, en este lugar.

- No puede ser - murmuró, al mismo tiempo en que comenzaba a subir los escalones.

- ¡Kagome! - gritó, siguiéndola.

La chica subía por la estructura con la misma rapidez con la que los rostros de sus familiares pasaban por su mente. Sintió una mano jalándola cuando estaba asentando el pie en la cima.

- ¡¿Acaso estas loca?! - gritó.

- El árbol - murmuró, provocando que los orbes dorados del joven se dirigieran en la dirección al objeto mencionado.

- ¡Inuyasha! Mi amor - sonrió ampliamente.

- Jakotsu - gruñó, soltando la mano de su compañera.

¿Qué es eso que posee en su mano?

Pensó, observando aquel fragmento en su dedo, apuntando a la planta.

- Esta... absorbiendo la energía del Jidaiju del árbol - Kagome no salía de su asombro, al sentir tanta energía demoníaca, emanando de algo tan pequeño.

Mi familia...

- ¡¿Dónde están?! - apretó el agarre de su arco - ¡¿Dónde los tienes?!

- ¿Te refieres al viejo loco y los demás? - sonrió - Bankotsu los esta cuidando.

- Desgraciado - desenvainó a colmillo de acero - ¡Serás el primero en morir!

Comenzó a correr en su dirección.

- Al fin... No sabes cuanto esperé este momento, Inuyasha - desenfundó su espada, la cuál, aún llevaba en su espalda.

Mientras tanto, el demonio y la sacerdotisa se encontraban en la acera, tratando de elaborar un plan sin que la gente, que transitaba por la calle, notara lo que ocurría en el templo.

- Toda esta gente esta en peligro - pronunció la mujer.

- El portal ha dejado de ser atacado - respondió el peliplata, observando a su alrededor.

- La energía maligna que se percibe... es la misma que Onigumo poseía.

- La misma estrella que se encuentra incrustada en el árbol sagrado, en la época antigua.

- Entonces... ¿quiere decir que están potenciando el poder del amuleto que se encuentra del otro lado?

Antes de que el yokai respondiera, un rostro conocido emergió.

- Suikotsu - murmuró, colocando el arco en posición.

- ¡No! - elevó sus manos - No es necesario, señorita Kikyo.

- Usted... ¿puede reconocerme? - se sorprendió.

- Si...

Su aspecto lucía desalineado, de la misma manera que en la época feudal, sin embargo, la vestimenta moderna, contrastaba con su arma.

- No puedo fiarme... - entrecerró sus ojos.

- Por favor - su tono se mantenía suave - Confíe en mi.

En otra vidaWhere stories live. Discover now