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MEGAN

Llegamos dos horas mas tarde, no era muy lejos de nuestra ciudad, pero eran playas mucho más hermosas.

La casa que alquilamos estaba justo frente al mar.

Como aún era de día, entramos y nos pusimos los trajes de baño para ir al mar.

- Te hago una carrera! -dije ni bien tocamos la arena.

Comencé a correr pero ella era más rápida y en vez de pasarme y ganar, me tomó de la cintura y se tiró al agua. La maldije en todos los idiomas mientras trataba de que me soltara para acomodarme el pelo.

- Disculpá, no me acordé de que estaba casada con una reina -dijo y me dejó usar mis brazos.

Me até el pelo mientras ella me levantaba y acomodaba en su cintura, yo entrelacé mis piernas para que ambas estuviésemos más cómodas.  Sus manos estaban tibias cuando recorrieron mi cintura.

- Nunca voy a envidiar a un hombre, pero cómo me gustaría no necesitar el strap para poder cogerte acá mismo -dijo mirándome a los ojos.

- Y los dedos para qué están? -pregunté haciéndome la confundida.

- Me refiero a poder sostenerte así y hacerlo.

- Podés ir a ponerte el strap, yo espero, el tema es que no creo que vos puedas esperar -dije.

- Por?

- Digo... aguantás?

- Me estás desafiando?

- Te estoy preguntando -sí, la estaba desafiando.

Me besó con una sonrisa y, jugando, mordió mi labio inferior, yo, en respuesta, gemí entre los suyos, una jugada mucho mejor que la mordida.

Entonces me soltó para poder tener acceso a mí, pero la frené.

- No me respondiste si aguantabas.

- No juegues conmigo, Meg.

- Aguantaría sin tocarme hoy?

- En nuestra primera noche de luna de miel?

- Ajá...

- Qué gano si aguanto?

- Te dejo usar conmigo lo que quieras.

Lo pensó.

- Y si pierdo? -preguntó.

- Me dejás usar lo que yo quiera.

Dudó mucho antes de asentir.

- Trato.

Cerramos el acuerdo con un apretón de manos y seguimos un ratito mas en el agua pero sin siquiera acercarnos porque no queríamos perder.

- Con tocar a qué te referís? -preguntó.

Sonreí ante los signos de que iba a perder ella.

- Ni un rose, ni un pico, nada -respondí.

- Demasiado cruel -se quejó.

Salimos del agua y nos dirigimos a la casa, ya había oscurecido.

- Por eso sé que vas a perder -reí.

- No, vos vas a perder... vamos a ver una película y tomar vino, a ver cuánto más puede la reina sin que le den lo que quiere.

Ya sus palabras me hacían sentir calor en todo el cuerpo.

- Espero que te gusten las esposas -le dije.

Sabía que ella prefería ser la activa y no le gustaba que yo tomara el control en esas situaciones, por lo que menos le iba a gustar que la esposara, incluso cuando ella solía hacérmelo a mí.

Alzó una ceja y luego rió.

- No vas a ganar, así que andá preparándote para no dormir en toda la noche, vas a rogar para que pare.

Se metió a bañar y luego lo hice yo, pero, a diferencia de ella que salió vestida, yo salí sólo con la toalla y me senté a su lado en el sillón.

Ella se me quedó mirando.

- Tramposa -dijo.

- A caso se te hace difícil?

No respondió.

- Si me cambio es más fácil? -pregunté con mi mejor cara de inocente.

Ella asintió en silencio, aún mirándome completa.

Cuando volví a la sala, tenía puesta una camisa suya y sólo una braga que no se veía por lo larga que era la camisa, me dejé abierto un botón por el que se veía parte de mis pechos.

Esta vez no pudo evitar atragantarse con el vino que estaba tomando.

- Me dijiste que así sería más fácil para vos...

Me senté a su lado y tomé la copa que me dio.

LIZZIE

Ya a la tercera copa, sentía cómo flaqueaban mis intentos de no tirarme sobre ella, pero no iba a permitir que me hiciera ser la pasiva, no es que lo odiara, pero últimamente prefería no serlo.

Ambas estábamos achispadas, ella estaba sentada de una manera que veía su braga y un poco más mientras también podía ver algo de sus pechos.

Estuvimos toda la película tomando y mirándonos de vez en cuando.

Al ir al cuarto, ella se sentó en el suelo porque se había mareado según me dijo.

- Estás bien?

Ella sonrió e hizo la jugada más sucia de todas. Comenzó a sacarse la braga lentamente.

- Mami está tan cansada de usar esto... -dijo lentamente mientras me miraba a los ojos.

Estaba con la espalda apoyada en la cama y las piernas abiertas levemente justo frente a mí. Casi doy el brazo a torcer cuando levantó su cadera para sacarse mejor la braga. Cuando lo hizo, la extendió hacia mí y luego la tiró a la cama.

Me arrodillé en el piso de alfrombra, ahora ambas estábamos al mismo nivel.

- Es tan fácil como acercarte un poco mas -dijo abriendo más las piernas.

Aún en el piso, me acerqué mas a ella. Cuando estuve posicionada entre sus piernas pero aún sin tocarla, ella acercó su boca a la mía pero no me besó, sólo me dejó sentir su olor a vino que debería haber sido feo pero era lo más rico que había combinado con la vista.

La notaba tan cercana a perder que no quería arriesgarme, pero estaba demasiado tentada.

Entonces pasó, abrí mi boca para darme por vencida y besarla, hasta tenía mis ojos cerrados, pero sentí que algo me sostenía desde el mentón y me acercaba a ella, era su mano.

ELIZABETH OLSENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora