02. 𝐈𝐫𝐢𝐧𝐧

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𝐈𝐫𝐢𝐧𝐧 𝐌𝐨𝐧𝐭𝐜𝐥𝐚𝐢𝐫
𝟎𝟕-𝟏𝟏-𝟐𝟎𝟎𝟎

Frente al espejo con la cara cubierta de maquillaje blanco, estoy practicando los pasos del recital que protagonizaré; El cascanueces con toda calma antes de escuchar al director de escena; Jonh, llamar mi nombre.

-Irinn, falta un minuto. -Le escucho vociferar, y con la adrenalina encendida en mis huesos, me aproximo a él frente al pasillo de acceso al escenario.

Tan pronto oigo el conocido "Marcha" y su tono festivo y juguetón, salgo al escenario con un elegante Pas de bourrée siendo recibida entre aplausos y silbidos de la multitud.

Mientras practico la coreografía, me siendo como en una nube; olvido todo y dejo que mi cuerpo sea guiado por la música. Siento el aire sobre mis delgados brazos, acariciandolos y provocando que mi piel se erize por los sentimientos provocados.

Tanto me sumerjo en mi danza y en mi nube imaginaria, que las dos horas me parecen cortas, y en un abrir y cerrar de ojos, me encuentro parada en medio del escenario con una pose de brazos levantados dando por finalizada la coreografía.

Ahora, nuevamente, todos aplauden, silban, y arrojan rosas blancas al escenario. Mi respiración está agitada, y no puedo evitar sonreír.

Entre la multitud, en la fila más cercana a mí, puedo observar a un hombre de sonrisa hipnotizante aplaudir. No logro apreciar muy bien sus facciones, pero lo que más se puede notar, es su brillante cabello negro. El telón se cierra, dándonos el permiso de entrar al pasillo de acceso, y allí, quitarnos el maquillaje, la ropa, el peinado, y todo lo que tuviésemos encima que fuera necesario para el recital.

𝘎𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘋𝘪𝘰𝘴. Pienso. 𝘎𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘩𝘰𝘺.

[...]

A punto de irme a mi casa, cerca de la puerta, me topo frente al hombre que había visto sentado en el público unas horas atrás. No tengo intención de saludarlo, pero parece que él sí, porque posterior a un –Hola–, extiende su mano derecha hacia la mía y da un beso respetuoso sobre la piel.

Mis cejas se enarcan involuntariamente, y de mi garganta no logra salir ningún sonido, aunque eso es lo que quiero hacer.

–Soy Shebh, es un placer conocerte. Te vi bailar y debo admitir que eres increíble. –Comunica con una sonrisa en los labios.

Agradezco, y luego me dispongo a irme. Pero el hombre que a pesar de su gracia física, debo admitir es muy insistente, se me adelanta por segunda vez.

-disculpa el atrevimiento, pero me gustaría poder verte de nuevo. Si tu quieres.

Le demuestro mi aprobación con una sonrisa en los labios, que más que alegría es por amabilidad a lo que el saca su telefono; un Nokia8800 y me lo da para que ponga mi número, después de eso me despido con la mano y me voy apuradamente.

Me quito los zapatos antes de entrar a la humilde casita en la que mi madre y yo vivimos, con intención de no despertarla, una vez dentro, voy hacia la única habitación de la casa.

Nuestra vida nunca ha sido de grandes riquezas, pero estoy agradecida de ser buena en el ballet. Eso nos ha salvado.

Aveces quiero que las cosas cambien, sueño con tener dinero para poder comprar una casa más espaciosa y bonita. Pero no me quejo, porque entiendo que la verdadera riqueza se encuentra en la gratitud por lo que ya tengo, en las pequeñas alegrías cotidianas y en las personas que llenan mi vida de amor y significado.

Charming Boy • Brady NoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora