Capítulo 5

500 19 2
                                    

-Bueno, y entonces ¿estás lista? -Matthew me miró directamente a los ojos. Había estado moviendo lo que a mí me parecían un millón de palancas y botones del cronógrafo desde que yo había entrado a la habitación.

-Sí, algo así -sonreí.

Después de que Matthew le hubiera avisado a Gideon que yo tendría que viajar en el cronógrafo y de que Gideon hubiera maldecido a los Vigilantes y a sus "malditas decisiones", como las había llamado él, en todos los idiomas imaginables, habíamos vuelto a bajar y después de recorrer otro pasillo y bajar otro tramo de escaleras llegamos al sótano de la casa.

En él se encontraban Matt y Gwen, los cuales, al parecer, habían bajado de la camioneta el cronógrafo y mi mochila, que ahora recordaba haber olvidado en el asiento trasero del automóvil, y estaban preparando el cronógrafo, además de un poco de comida (ya que ninguno de nosotros había comido aún y ya eran las seis de la tarde) y revisaban constantemente sus teléfonos y un par de libros que estaban colocados sobre una mesita al lado del gran baúl sobre el que habían puesto el cronógrafo. Cuando había visto más de cerca los volúmenes que estaba consultando en aquellos momentos Matthew los reconocí como otros ejemplares de los Anales, aunque cuando Matthew notó mi mirada dijo casi en un susurro, aunque con la voz cargada de ironía, mostrando la primera hoja del libro:

-Crónicas de los Vigilantes. Son absolutamente interesantes.

Ahora, después de haber esperado durante otro rato a que estuvieran listos lo que los De Villiers llamaban "preparativos" y Gideon hubiera hecho un par de llamadas telefónicas a la Logia, sin conseguir que nada cambiara, estaba frente a el cronógrafo, lista para elapsar con Gideon, que se había ofrecido para acompañarme al pasado esta vez.

-Es lo menos que puedo hacer -había dicho él, después de que Gwendolyn recibió un mensaje de Falk de Villiers (gran maestre de la Logia) exigiendo que no me dejaran sola ni un solo instante.

Hasta el momento, la opinión que había generado de Falk de Villiers (solo por las cosas que había escuchado) era que aquel era un tipo muy autoritario. Aunque bien pensado, por algo lo habían escogido como maestre de la Logia ¿no?

En aquellos momentos Gideon se colocó detrás de mí, mientras Gwendolyn me entregó otro sándwich y un recipiente lleno de pasta, los cuales guardé en mi ya de por sí repleta mochila.

-Muy bien, ahora solo debes colocar tu dedo en este compartimiento -Matthew tomó mi dedo índice con delicadeza y lo puso en una abertura que se encontraba debajo de un gran rubí - Lo mas seguro es que te duela. Sentirás un pinchazo y después elapsaras al 17 de enero de 1926; estará un poco obscuro, así que ten cuidado. Mi padre aparecerá después de unos instantes, así que lo mejor será que te muevas un poco del lugar en donde aterrizarás si no quieres ser aplastada -y entonces volvió a sonreírme de la misma encantadora manera de siempre.

De pronto sentí el pinchazo que había mencionado Matt hacia solo unos segundos. Un gota de mi sangre cayó, pero aun así hice un esfuerzo por no apartar la mano, a pesar del daño que me había causado la aguja al perforar mi piel. Entonces comencé a sentir de nuevo el vértigo de los viajes en el tiempo, como si con el simple contacto con la aguja aquella capacidad se hubiese activado; una intensa luz color rojo rubí me envolvió y de un segundo a otro estaba en el pasado.

Eché un vistazo a mi alrededor y comprobé que me encontraba en el mismo sótano de antes, solo que todo estaba a obscuras. También pude notar que esta vez no me había caído al suelo, aunque aun así aterricé tambaleándome y choque contra una pequeña butaca que no estaba en ese sitio en mi época. Recordé entonces lo que me había dicho Matthew y me aparté unos pasos de donde estaba parada en el mismo instante en que Gideon se materializó.

Piedras Preciosas. Una nueva generación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora