Capítulo 24

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Pues por eso me había parecido familiar. ¡Era mi hermanito!

Gracias al acercamiento de las cámaras, su rostro y el del otro chico aparecieron en todas las pantallas de la feria. La multitud los vio. Incluso quienes caminaban lejos de la rueda de la fortuna se detuvieron a mirarlos. Y no porque fueran dos chicos los que se estuvieran besando, algo que no debería inquietar a ninguna persona en este siglo, sino porque uno de esos chicos era Aleixandre, y eso nadie se lo esperaba por la imagen que solía dar de seductor y heterosexual inflexible.

Eso fue lo que dejó perpleja a la gente. Aleixandre era el típico ligón, el que coqueteaba con todas las chicas, el que a escondidas las besaba, el que en cualquier fiesta terminaba en la cama hasta con tres de ellas, el mujeriego. ¿Qué había sucedido?

Pues yo no tenía esa respuesta, pero sospecho que mis hermanos sí, y por algo no quisieron contarme.

La expresión de mi hermano indicaba que lo habían pillado desprevenido. No entendía nada. No sabía qué demonios estaba sucediendo, pero al mismo tiempo sí. Y eso lo dejó más espantado que al público.

¿Quién había planeado eso? Porque sí, había sido planeado. Ver que Aleixandre no se esperaba algo así lo confirmaba. Alguien había deseado hacer público su secreto, por eso estaba en el programa, aprobado por la rectora. Pero esa mujer no podía saber que Aleixandre estaría ahí. ¿Habría sido Aegan? No..., no creo que quisiera que todos lo supieran. ¿Dash? Se veía tan asombrado como el resto.

Sin idea de quién había planeado tal cosa horrorosa, avancé entre la gente en dirección a la rueda de la fortuna. Salté el cercado de seguridad y llegué hasta donde estaba el muchacho que se encargaba de su funcionamiento.

—Ponla en movimiento —le ordené. El tipo me miró algo desconcertado. Como seguía paralizado, tuve que gritarle—: ¡Pon la rueda en movimiento!

Busco a Adrik con la mirada, y vi que estaba mirando, serio y casi indiferente hacia el asiento de Aleixandre. Sin asombro, sin preocupación. ¿Tal vez siempre lo supo? En cuanto el evento termine vamos a tener que discutir muchas cosas.

Cuando Aleixandre por fin llegó a tierra, salió disparado. Decidí que iría a apoyarlo, el pobre debía de estar muy mal.

Lo seguí y al final, se acabó escondiendo en donde me había cambiado con anterioridad, pero antes de entrar escuché algo:

—¿Qué fue todo eso? —lo ¿regañaba? Aegan.

—No lo sé... ¿Quién organizó eso?

Entro al lugar y ellos se quedan quietos. Ante el silencio, pregunto algo que estaba molestándome:

—¿Eres gay y no me dijiste? —él hace una mueca de disgusto y mira al mayor, el cual niega con la cabeza—. Es una larga historia...

—¿En qué están metidos? Parece que los tres lo saben menos yo —me cruzo de brazos.

—No es el momento ni el lugar, Alessandra —se limita a responder Aegan—. ¿Podrías dejarnos solos? —abro la boca con sorpresa y me voy del lugar ofendida.

Iba a quedarme a escuchar, pero él cierra la puerta en mis narices.

Maldito Aegan.

Fui a visitar un rato a mi novio y en cuanto la hora se acercó, nos despedimos, debía ir a ver a mis hermanos.

Al llegar a la caseta del sonido, vi que Regan ya estaba sobre la tarima. Esa noche, con una camisa azul cielo de mangas tres cuartos y unos tejanos que parecían recién sacados de una tienda, tenía el aspecto de un actor preparado para su mejor escena. El cabello rubio se mantenía, por supuesto, despeinado solo lo justo. Aegan, por otro lado, estaba cerca del inicio de las escalerillas, listo para robarle inesperadamente su protagonismo.

La melliza de Adrik CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora