Capítulo 5

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Viernes. Club. Terraza.

La noche llena de estrellas prometía risas, borracheras y chismes, porque Owen organizaba una fiesta. No me habían invitado, claro, porque según él que me hayan secuestrado anteriormente era un motivo.

Yo, por otro lado, no estaba de acuerdo. Adrik se había quedado conmigo en casa y había preparado pizza color carbón.

La casa estaba llena de humo, por la que comienzo a toser:

—¡La pizza! —grita Adrik para apagar el horno.

Al sacarla, era completamente negra.

—Uy, que... manjar —me burlo mientras toso.

—Bueno, tocará comer el pollo que sobró.

—No sobró nada, me lo comí mientras dormían la siesta —confieso y él me da una mala mirada—. También me comí un paquete de oreos con tu nombre.

—¿Qué? —dice molesto—. Bueno, yo me comí tu helado cuando no estabas.

—Eres un maldito...

—Tu igual, querida —replica—. Ahora, vamos a pedir tacos... —parece recordar algo y luego niega con la cabeza—. Mejor unos burritos.

—¿Y si mejor vamos a la fiesta? Allá hay comida.

—No.

—¿Crees que alguien va a traerte burritos a las dos de la mañana? —pregunto con ironía y se encoje de hombros.

—No lo sé.

Y como Alessandra Cash estaba meada por un dinosaurio, les trajeron los jodidos burritos a las dos de la mañana. Con mucho dolor y sufrimiento, me comí cinco y Adrik tres.

El secuestro me había afectado...

Mentira, siempre he comido mucho.

Rato más tarde a eso de las tres, Adrik se quedó profundamente dormido en el sofá y yo aproveché para cambiarme y escabullirme a la fiesta.

Esto es como el meme que dice: "Usted no aprende, ¿verdad?"

Y no, no aprendí nada. En cuanto llegué, lo primero que hice fue colocarme un barbijo por dos motivos: familia y secuestradores.

La música estaba alta, las luces estaban un poco bajas y los vasos iban de un lado a otro. Para calentar fuimos con Lander a la barra y preparé un cóctel. Me había citado para hablar de algo y estaba extrañamente serio.

—Suéltalo.

—Me besé con Artie —suelta y se siente como un baldazo de agua fría.

Estaba dispuesta a arrojarle mi cóctel, pero primero necesitaba contexto.

—¿Explicación?

—Hablamos y se arrojó sobre mí para besarme y yo no me aparté. Aunque, sabes que no te cambiaría por nada del mundo, Ale.

—Ni siquiera llegamos a la semana, Lander —se me sale una carcajada molesta—. Eres un auténtico idiota, por algo Artie no quería decirle a la gente que andaba contigo. Terminamos —le digo, para posteriormente arrojarle el trago.

Tomé un bazo con cerveza, aunque ni siquiera me gustaba y fui al rincón donde estaba antes.

Maldito idiota, todos iguales.

Ni siquiera tenía ganas de llorar por el enojo que tenía. Me enojaba demasiado que, ante la mínima ausencia mía, ya se estuviera besuqueando con otra.

Luego, comencé a analizar a mi alrededor.

Aegan estaba cerca de la piscina, sentado en uno de los sofás. Hablaba con un grupo de chicas y chicos, seguramente estaba contando una gran anécdota.

Llevaba una camisa blanca de manga corta desabotonada hasta el pecho y el pelo azabache algo desordenado. Una chica de largo cabello oscuro y piel bronceada estaba pegada a él, y cuando digo «pegada» me refiero exactamente a lo que imaginas.

Ella tenía las impresionantes piernas cruzadas, que se podían ver porque usaba un conjunto de short y crop top, rozando las de él. El brazo de Aegan la rodeaba por la cintura y su mano descansaba sobre la cadera con total confianza y posesión.

Ni idea de quién era la chica, pero esa noche estaba con él en un plan más que de amigos. Era bastante obvio. Y ella se veía orgullosa y feliz de ello.

Luego, vi que en un punto de la terraza estaba Owen en una movida rara, un poco alejado del resto de la gente con dos chicos. Mi alarma de situación sospechosa se encendió porque Owen parecía un poco molesto, como reclamando algo.

Con disimulo me moví hacia un punto cercano a Owen, como quien no quería oír nada. Disimulé, parándome cerca de unas chicas que tenían unos vestidos impresionantemente cortos y fabulosos. Algunas palabras no las capté, pero otras sí:

—No puede ser que lo que ofrezco no sea suficiente —se quejaba Owen.

—No es que sea insuficiente, es que no lo quieren —dijo uno de los chicos, como si estuviese cansado ya de repetirlo.

—¡Tiene que haber algo que quieran! —insistió Owen, un poco lejos del rubio, que permanecía sereno—. ¡Todo el mundo siempre quiere algo!

—En este caso, no —negó el segundo chico—. El vídeo del beso de Aleixandre en la feria no se borrará de ningún perfil.

Oh, ¿Owen estaba intentando que se eliminara el vídeo de los perfiles originales de Instagram? Eché un nuevo vistazo panorámico a la terraza.

La música de repente subió de volumen y no pude oír más. Volví tan pensativa de nuevo al rincón y pude ver a dos personas viéndome enfadadas.

—Parece que le hablo a la pared —regañaba Aegan y me quito la mascarilla.

Me moría de calor, es un alivio que me haya reconocido.

—Tenía que hablar con Lander —digo seria, recordando la conversación.

—¿Qué es más importante que tu seguridad?

—Que me haya engañado —confieso y ambos se quedan viéndome perplejos.

—¿Esa zanahoria te engañó? ¿A caso esas chicas ven bien? —comenta Aegan sin poder creérselo.

—¿A qué no sabes quién fue? —veo a Adrik—. Artie.

Mi mellizo estaba completamente perplejo, no emitía palabra alguna.

—Voy a golpearlo —dice el mayor, dándose la vuelta.

—¡No! —lo freno—. No estamos en posición de causar escándalos y lo sabes.

—Está bien. Volveré a donde estaba, por favor quédate con Adrik en todo momento.

Nos apoyamos en el barandal y vimos algo increíble.

Jude se colocó a horcajadas sobre las piernas de Aegan, tomó su rostro con sus manos y le estampó un beso en la boca.

Luego lo que hizo fue sostenerle la mandíbula con su mano para detenerla, pero no fue un «para», porque no se la agarró con fuerza, no la empujó hacia atrás o alejó su rostro, solo se le quedó mirando con los ojos casi transparentes bien abiertos y desconcertados.

Por último, lo miró directo a los ojos y le dijo:

—Esperaré la orden de alejamiento. Si es que todavía quieres ponerla.

Me quede boquiabierta mientras veía como se marchaba del lugar bajo la atenta mirada de muchas personas.

Yo buscaba el chisme, el chisme me buscaba a mí. 

La melliza de Adrik CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora