VII. Reconstrucción.

141 23 31
                                    


—Ya sé me acabó mi jugo.

Bulfrog patea su caja de jugo por todo el cuarto.

Estuvo durmiendo sobre mí y se levantó con la misma energía con la que vino, a diferencia de mí que sigo deseando la muerte.

La sangre de las pesadillas que me atormentan por mis compañeros caídos, es lo que deberé llevar hasta la muerte y no puedo esperar a que suceda, así no tendré que joderme tanto con la culpa.

Las manos me tiemblan con un tip nervioso en la punta del ojo, alebrestado por contar los minutos que van a restarme una hora más de vida. En algún punto de mi vida tendría que morir por mis acciones, pero de eso a que me digan con palabras el tiempo que va a quedarme, y debo estarlo contando como si fuese una mierda valiosa de la que sentirme orgulloso de tener, es una blasfemia. 

—¿Qué pasa, Ray? 

La rana se agacha con la vista fija en mí.

—Quiero morir —digo.

—¿Y eso te preocupa?

Miro a otro lado.

—Bah, de todas formas vamos a morir —exclama—. No te preocupes.

Pues muchísimas gracias por decir algo que ya sabía. Cuando se te ocurra una mejor respuesta vienes y me la metes.

—Para con pensar en voz alta —dice Bullfrog—. ¿Sabes cuántas veces lo haces? Miles, y te entiendo, yo tampoco quiero morir en circunstancias como estas, pero ya vi las maneras de escapar.

—¿Y entonces?

—La única forma es que nos ejecuten. 

—No hay forma en que podamos salvarnos, si es a lo que quieres darme a entender...

—Es algo que ya sabias. 

Lo sé.

Lo sé.

Hay poco de que reflexionar. Con la falta de esperanzas, se hace menos posible la elaboración de un plan de escape para algo de lo que ya le he perdido el sentido, y si hubiera esa minúscula posibilidad de salir de la prisión, estaré sin a donde ir con la mira de francotiradores en la cabeza. 

La mirada que tengo puesta en lo que suceda en aproximadamente, 21 horas, es pensar en blanco, manteniendo la cordura y la culpa de lo que perdí. Ese es el verdadero castigo que merezco, a parte de ser humillado en televisión nacional, claro es, no soy optimista como Bullfrog que tampoco piensa en cómo sacarnos de acá, pero sonríe igual que un idiota ajeno a la realidad.

Es el asesino incompetente que tiene la fachada selecta para no ser ajeno a pensar que es inocente, una rana que por su tamaño no podrías desconfiar, y de la que te burlarías si en serio quisieses que te rebane la lengua. Es el compañero del que no me quejaría demasiado, no ahora. 

Es el único que sigue conmigo, aun siquiera lo haya conocido un par de horas, no le veo la sobrante para no quererlo.

Extrañaba tener a alguien al que pudiera querer.

¿No es eso una mierda? 

Vas a morir y lo mejor que haces es chingarte a un tipo que es jodidamente lindo, y por equis razón de la ecuación (no sé matemáticas), vas a quedarte en su memoria como castigo por conocerte. 

Así debieron sentirse ellos, pero no fue así.

Jamás me importaron.

Jamás me interese en que me castigaran.

T R O U B L 3 - [  RAYFROG ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora