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Estaba terriblemente nerviosa y asustada.

Sabía bien que no era una santa y había actuado mal con todos a su alrededor sin una buena justificación pero esperaba que aún así Paul la perdonara.

Amaba a ese hombre con locura y le aterraba la idea de perderlo.

Repasó su atuendo por quinta vez en menos de una hora y asintió para infundirse confianza. Abby le había ayudado a escoger el vestido y ambas habían ido a la peluquería para una sesión de uñas y cabello. Estaba perfecta. Esperaba que él lo notara y apreciará el esfuerzo. Se las había ingeniado para que no la viera la noche anterior ni esa mañana y así sorprenderlo.

Quería que Paul la viera atractiva y fuera otro aliciente para su perdón. La campana del horno sonó y retiró el recipiente lleno de carne y patatas del calor. Era la comida favorita de su esposo y esperaba que le llamara la atención.

Sirvió dos copas de vino tinto y empinó la botella a su boca para calmarse. Paul volvía a la misma hora de siempre y faltaban unos minutos para que atravesara la puerta.

Estaba a punto de revisar su teléfono y escribirle a Abby pero el sonido de las llaves la puso alerta. Se giró para encararlo y tragó grueso al verlo en el recibidor.

—Papá está en casa, niños. —gritó mientras se quitaba el saco del traje. —¿Dónde están Amanda y Junior?

Nancy se quedó mirándolo en silencio. Ahora que lo tenía enfrente no sabía cómo pudo pensar que le era infiel. Ese hombre nunca le haría daño y de todas formas era ella quién habían roto su relación.

—Nancy. —su voz la hizo espabilar. —¿Y los niños?

—Los dejé con una amiga. —respondió dando unos pasos hacia él.

—¿Qué? ¿Desde cuándo le confías nuestros hijos a cualquiera? —su actitud tosca la hizo flaquear pero se mantuvo en su sitio. —Voy por ellos. Dime la dirección exacta.

—Ellos están bien. Se quedarán a dormir en casa de Abigail. Ahora mismo deben estar divirtiéndose.

—¿La ex de tu hermano? —ella asintió y su esposo frunció el ceño. —¿Llevaste a los niños con la mujer a la que le hiciste la vida imposible y que seguramente te odia?

La veía como si fuera una estúpida. Sin embargo, ya había hecho las paces con Abby y la castaña era tan buena que lo último en lo que pensaría sería en lastimar a los chicos.

Además, Robert estaba con ellos. Según Abby, el policía estaba consintiéndolos y ayudándolos con sus tareas. Y después de ver aquella mansión en la que vivía, Amanda y Paul Jr. ya habrían pedido hacer de todo en la casa.

—Eso no es lo importante. —escondió sus manos tiritantes detrás de la espalda —Quería que estuvieramos a solas para hablar y solucionar lo que sea que ocurre entre nosotros. Preparé esta cena para que...

—¿Ahora si quieres conversar? —bufó con incredulidad. —Yo te lo pedí hace meses, lo intenté casi a diario y tú me ignoraste y preferías discutir en lugar de oírme.

Los ojos se le llenaron de lágrimas y tuvo que bajar el rostro con vergüenza. Era verdad. Se había empeñado en evitarlo porque en el fondo le daba miedo escuchar que tenía una amante si lo confrontaba.

—Paul, lo siento mucho. Tienes razón. Fue mi culpa y no voy a justificar lo que hice.

—Es que no tienes excusa. Lo que le dijiste a Robert y cómo ensuciaste la reputación de esa chica no tiene perdón. —se giró y fue hasta su habitación.

Flores para AbbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora