Capítulo 1 - El impulso

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"Some people like to talk, but I'm into doing,
what I feel like doing, when I'm inspired.
So, if we take a walk down, the beach tonight,
I bet that we could light up the sky.

The big big bang, the reason I'm alive,
when all the stars collide, in this universe inside.
The big big bang."

Rock Mafia – The Big Bang

—Abuela, te prometo que estoy bien —digo al altavoz del teléfono.

—Bueno, me imagino que no te estás muriendo —suelta con una sonora carcajada—. Pero en serio cielo, es importante que estés atenta si te sucede algo extraño.

Mi abuela se ha pasado los últimos cinco meses llamándome a diario para preguntarme si había sufrido algún tipo de mutación genética que me hiciera crecer un cuerno en la frente o algo por el estilo.

Por lo general me encantaba charlar con la abuela, aunque siempre me hiciera preguntas extrañas como si sentía un hormigueo en el corazón o si veía destellos. Se lo achacaba a deformación profesional de haber sido enfermera durante más de cuarenta años mezclado con el inminente comienzo del que sería mi último año en casa. Pero es que hacía ya más de quince minutos que debería haber salido de casa.

—¡Scarlett, último aviso! —grita mamá desde el piso de abajo—. ¡O bajas o te vas por tu propia cuenta!

La abuela sigue parloteando animosamente sobre algo relacionado con los dolores de cabeza mientras yo hago sonidos de afirmación y recojo mi agenda. 

Voy a llegar tarde a la reunión del consejo. Probablemente Lauren quiera matarme por esto.

—Abuela, tengo que irme ya a clase —la interrumpo en mitad de su soliloquio—. ¿Te importa si te llamo después? Es que llego tarde a la reunión del consejo de estudiantes.

—¡Oh, claro, querida! —anuncia al otro lado de la línea—. ¡Que tengas un buen primer día de clase! 

—Gracias, abuela.

Cuelgo y bajo las escaleras a trompicones. Para sorpresa de nadie, mis padres ya se han marchado, así que tendré que coger el autobús. Aunque vista la hora, no iba a llegar a tiempo a la reunión ni rogándole a Santa Brigid que obrase un milagro e hiciese retroceder el tiempo.

Salgo corriendo por la puerta de casa sin ningún tipo de delicadeza. Veo el destartalado autobús amarillo moteado por el óxido como un plátano maduro pudriéndose al sol al final de la calle. Las puertas hacen ademán de cerrarse justo cuando coloco un pie en el primer escalón. Casi tropiezo, pero me las ingenio para colarme dentro antes de que las puertas amenacen con hacerme puré.

Y ahí estaba yo, frente a Earl, el conductor con problemas de paciencia que se me queda mirando con una expresión que baila entre el cansancio y el enfado.

—¿Sabes lo que es llegar temprano, Montrose? —pregunta con los ojos entrecerrados y tono monocorde.

—Más vale tarde que nunca —le regalo una sonrisa que claramente no es bienvenida.

—Mueve el culo y siéntate. No tengo todo el día —me espeta tras su grueso bigote negro.

Me enfrento al pasillo y comienzo a caminar estirándome el uniforme para disimular las arrugas provocadas por mi carrera matutina, no necesito ver mi reflejo para saber que seguramente tenga la cara roja y el pelo revuelto. Me entretengo más de la cuenta en pasarme las manos por el pelo para intentar no parecer un suflé de cabello encrespado. El vehículo comienza a moverse, provocando un vaivén que hace imposible caminar.

Me encuentro a mí misma mirando un asiento ocupado por una mochila oscura. El chico que está en el asiento contiguo me lanza una mirada inquisitiva y aparta la mochila. Puedo oír a Earl gritándome que me siente y el chico me radiografía esperando que lo haga. Dudo unos segundos ante el incesante movimiento del autobús. Earl ya ha pegado un acelerón haciendo que me tambalee y antes de que pueda dar un paso más, el chico abre la boca para vocalizar un:

Giftedborn - Lazos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora