El retrato de una Black

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El miedo había aumentado en mi y eso no sólo se debía al horrocrux que cargaba conmigo, si no también a los eventos que habían pasado, como cuando tenía el guardapelo con Harry, Ron y Hermione, todo se había salido de control tan rápido que ni siquiera lo había notado, sólo cuando todo explotó, por eso permanecía nerviosa en todo momento aunque me tranquilice un poco cuando Regulus tomó mi bolso, cargándolo, notando el efecto del horrocrux, aumentando sus sentimientos, probablemente con mayor fuerza, porque él ya tenía experiencia con uno, el mismo guardapelo que había recordado.

-Deberíamos deshacernos de eso ya -dije algo desanimada pues aunque ya no tenía el horrocrux, Regulus lo tenía y eso no me hacía sentir mejor
-Primero San Mungo -intervino tranquilo, teniendo mucho autocontrol siendo él quien cargaba una parte de Voldemort- luego buscaremos como acabar con esto

No iríamos en seguida y no porque no quisiéramos, primero teníamos que buscar un lugar para poder pasar la noche y luego por fin poder ir a la calle donde quedaba San Mungo, también teníamos que tener precauciones con todo pues todos los lugares como esos estaban repletos de mortifagos y carroñeros, por eso quedamos en adentrarnos solo un poco en el bosque más cercano, ahí dejaríamos la tienda y podríamos ir a San Mungo para luego regresar sin mucho problema.

Al llegar la noche nos tiramos sobre la hierba mirando al cielo, como si mañana no fuese el día de ver el bello retrato de mi madre, ni siquiera podía sentir nervios, extrañamente estaba tranquila, en calma, mientras Regulus miraba el cielo igual que yo, a diferencia de mi por lo que veía estaba un poco más cansado, con un poco de sueño, sí... estos lugares resultaban ser extrañamente cómodos. Gire la cabeza un poco para verlo apenas de reojo, aún se veían sus ojos verdes con un leve destello iluminados por la luz de las estrellas, reflejándose en ellos, deje de mirarlo con rapidez pues lo que menos quería era mirarlo por más tiempo y notar lo tierno que se ponía a cada segundo, como si acaso escuchar lo que había pensado, no me hubiese hecho sentir mal, tan mal por sentir lo que sentía, igual que él pero de diferente manera, peor, como estaría él cuando se enterase.

No soy Black... Papá me lo repetía a cada momento, así que no soy..., ninguno era mi... ¡Si soy Black!

Suspire sacudiendo mi cabeza para quitar esos pensamientos, por eso no debía verlo, verlo lo complicaba todo, escucharlo también, todo era un desastre, un bonito y hermoso y con ojos bellos... y cabello yo... era un desastre.

-Puedo leer la mente -hablo haciendo que se me bajara la presión, ni siquiera me miro solo cerró los ojos como si estuviese dormido
-¿Qué? ¿¡Has estado leyendo la mía!? -pregunte aterrorizada
-No -respondió con calma- ¿Por qué? ¿Que pensabas? -abrió los ojos y me miro con intriga sonriendo como si supiera que estaba nerviosa
-Nada..., absolutamente nada -respondí y este bufo con una sonrisa
-Que bueno porque yo si pensaba en... -me miro pero luego cambio su mirada al cielo, apretando los labios con una leve sonrisa- lo cómodo que está aquí
-Ya... -moví la cabeza sonriendo

No fue mejor al día siguiente, él no hacía las cosas fáciles con sus nobles gestos y acciones dulces, por eso la mañana siguiente cuando empezó a hablar sobre un tema que no recuerdo lo silencié poniendo mi dedo sobre sus labios, tampoco había sido buena idea pero por lo menos lo callaba para que dejara de ser tan dulce, quite enseguida mi dedo y fingí estar muy sumida en mi libro, aunque esté se burlo no quiso que lo notara pero lo hice. Más al atardecer sería nuestra salida rumbo a San mungo, salí de la tienda de campaña con un abrigo rojo, era uno bonito lo elegí porque quería verme bien ante el retrato de mi madre, pero no confundía las cosas, sabía bien que no era mi madre, pero algo de ella estaba plasmado en esa pintura, por eso quería que viera algo bueno. Mire el cielo y tal cual se notaba hoy no era un buen día, respecto al clima, un poco muy nublado y algo gris seguro por eso Regulus tenía un polo negro de cuello alto junto a una casaca de cuero que particularmente le quedaba bien, increíble ahora que lo tenía al lado, estaba mirando el cielo al igual que yo hace unos segundos.

Inefable - SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora