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— Es más grande de lo que imaginé.

Hao rió, no esperaba que las primeras palabras de Sung Hanbin al entrar a su apartamento serían esas. La naturalidad con la que habían salido dichas palabras también hizo reír al coreano mientras Hao cerraba la puerta.

— ¿Qué quieres decir? — cuestionó Hao.

— Tú sabes, en los dramas el que vive solo vive en un apartamento pequeño en la terraza de algún gran edificio ¿no?

Nuevamente ambos chicos rieron. El apartamento del chino tenía un aspecto discreto pero con toques de estilo. Se encontraba en un edificio de tamaño medio en una zona tranquila de la ciudad. Al entrar, te encontrabas con una sala de estar acogedora con dos sofás de cuero marrón y una alfombra de felpa en tonos tierra. La decoración era sencilla pero elegante, con algunas piezas de arte contemporáneo en las paredes y algunas fotos que Hao había traído consigo. La cocina, aunque no muy grande, estaba equipada con electrodomésticos de acero inoxidable y encimeras de granito oscuro. El dormitorio tenía una cama y algunas almohadas decorativas, en el centro yacía el conejo de peluche que funcionaba como terapeuta para el chino, un gran espejo resaltaba a la par del armario y la mesa al lado de la cama sostenía una lámpara en forma de flor. El baño estaba decorado con azulejos blancos y accesorios de cromo. Aunque el apartamento no era ostentoso, reflejaba el buen gusto y la comodidad que le gustaba al chino y esto lo había logrado acondicionar en tan solo una semana. De cierta manera se sentía orgulloso.

— ¿Es tu papá? — Preguntó Hanbin al pasar frente a las antiguas fotos que colgaban en la pared, esta en particular contenía a un hombre mayor que cargaba en sus brazos a un bebé, el cual el peli negro dedujo era Zhang Hao.

— Así es. — contestó Hao parándose justo al lado del coreano.

— Siento que lo he visto en algún lado. — volvió a hablar Hanbin.

— ¿Si? — una risa nerviosa decoró el comentario de Hao. — dicen que me parezco a él, tal vez es por eso. — mintió el chino agradeciendo que las fotos en las que se mostraba su madre estaban de perfil ocultando el evidente e innegable parecido que tenía este con ella.

— ¿Será? — dudó Hanbin mientras intercalaba su mirada de la foto al rostro del castaño.

— ¿Tienes hambre?

— No. — Hanbin rió un poco. — nos acabamos de quejar en que comimos mucho hoy ¿ya tienes hambre?

— No. — contestó Hao de inmediato, lo único que buscaba era la atención de Hanbin lejos de la foto.

— ¿Te sientes bien? — cuestionó ahora el coreano acercando su rostro al de Hao.

— Claro que sí. — respondió Hao sintiendo su rostro arder ante la cercanía del contrario.

— Ojos brillantes. — volvió a hablar Hanbin entrecerrando sus ojos y observando el rostro contrario. — Enrojecimiento facial. — pronunció nuevamente haciendo que la incertidumbre y la duda se reflejaran en el rostro del chino. — ¿Sabías que el alcohol puede afectar la coordinación motora y la capacidad de enfoque haciendo que los ojos estén vidriosos? El alcohol también dilata los vasos sanguíneos lo que puede causar que la cara se vea más roja de lo normal, bebiste mientras dormía ¿no?, ¿qué tanto?

El corazón de Hao latía con tanta fuerza que parecía querer salirse de su pecho, como si estuviera desesperado por liberarse de su prisión interna. No podía evitar sentirse abrumado por la situación; ¿cómo era posible que un chico pudiera lucir tan encantador con tan solo pronunciar algunas palabras? La mirada penetrante del coreano se aferraba a sus ojos, como si estuviera buscando respuestas en lo más profundo de su ser. Esa intensidad, esa conexión que sentía en esos momentos, lo dejaba completamente descontrolado. Cada fibra de su ser estaba en alerta máxima, sintiendo una mezcla de inquietud y nerviosismo que lo consumía por dentro. Hao sabía que estaba en serios problemas, atrapado en un torbellino de emociones que lo llevaban por caminos desconocidos.

WHAT IS LOVE ‽Where stories live. Discover now