Anna no sabe quién es, ni quién es su familia, pero lo descubrirá al viajar a Birmingham con su tutora y reencontrarse con su familia.
Anna Gray ~ Isaiah Jesús
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Lo último que Anna pudo recordar antes de cerrar los ojos fue sus ojos clavados en los de Polly. Podía recordar el abrazo que la mujer le había dado, el abrazo que le había resultado tan extraño. A Anna no le gustó cómo se sentía al respecto: se sentía fatal por no poder responder a esos sentimientos que tenía Polly.
Era un lugar extraño en el que se encontraba.
Como si estuviera despierta con su mente pero no con su cuerpo; se sentía como cuando había estado enferma con fiebre primaveral. Podía escuchar voces separadas y desorientadas provenientes de diferentes ángulos y lados. Reconoció una de las voces de Margot que parecía muy preocupada. Otra voz era baja, Anna sabía que era la de Thomas.
Entonces escuchó a Polly y su corazón dio un vuelco.
— ¿Cómo pasó esto?— Polly se preguntó en voz alta.
Estaba sentada en una silla cerca de la cama en la que yacía Anna. Estaba mirando a su hija, temiendo por la salud de la niña.
— La salud de Anna ha tenido altibajos— explicó Margot con la mayor calma que pudo. — La fiebre primaveral le hizo daño. Y, sinceramente, señora Gray, una persona se desmaya con menos que descubrir que su familia biológica está bien y viva.
— Bueno, por supuesto que lo entiendo, y también a ella. Tampoco estoy saltando de alegría— suspiró Polly y hundió la cara en las palmas de sus manos. — Quiero decir, estoy muy emocionada de que ella esté aquí, pero todo esto es muy confuso. No sé qué hacer.
Margot asintió. — Estoy consciente. Pero creo que es algo de lo que preocuparse una vez que Anna despierte.
— Sí— asintió Polly, con el rostro aún oculto.
Thomas estaba apoyado contra una pared cerca de las ventanas. No le gustaban los hospitales, en absoluto. Los odia desde que era niño y ahora aún más después de la muerte de Grace.
En medio de todo lo que ha sucedido en los últimos días, Thomas se ha preguntado una cosa. No sabía por qué Anna estaba con Margot.
— Lady Bennett — dijo Thomas y la mujer miro al hombre Shelby. —¿Puedo preguntarte algo?.
Margot arqueó la ceja. — No veo por qué no.
— ¿Por qué estás con Anna? Quiero decir, escuché que ella es tu pupila. La encontraste y la acogiste— se preguntó Thomas.
Polly levantó la cara de las manos; también tenía curiosidad por escuchar el motivo.
Hace dos años, Margot Bennett y su amiga de cuarenta y tantos años decidieron tomarse un tiempo libre de la sociedad londinense y tomaron un ferry hasta Australia. Los viajes fueron largos y tomaron semanas, si no meses, pero Margot siempre quiso ver Australia por alguna razón.
