26- De vuelta a casa

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Jorge guío a Silvia hacía las rocas cerca del agua y la empujó suavemente para luego montarse en ella.

Se fundieron en un beso demasiado húmedo y caliente, como el lugar en el que estaban. Succionando y mordiendo, sentía como la lengua de él se adentraba casi hasta su garganta, el hecho de que no había nadie, ni siquiera cerca, solo ellos con la naturaleza, era aún mas excitante. El sol había bajado, solo se oía el agua cayendo y pájaros rodeando. No había nada que temer y ellos lo sabían.

Jorge bajó a las piernas de Silvia, le quitó su short y paso sus manos por arriba, quitando la prenda de su camisa, lanzandola a un lado y haciendo que cayera en el agua. La dejo solo en bikini, se acercó a su entrepierna y le dió un beso, sintiendo la tibieza caliente de sus muslos. Subió un poco más y con sus dientes tomo la orilla del calzón, lo empezó a bajar lentamente mientras la veía fijamente a los ojos, ella solo sonreía con morbo mientras se mordía el labio. Cuando ya no cubría nada esa zona, se acercó y dió un beso húmedo en su clítoris, ella gimió sutilmente, tumbada en la roca. Jorge comenzó a lamer su vulva, haciéndola disfrutar y subiendo de intensidad.

Silvia paso su short doblado bajo su cabeza para poder observar mejor como trabajaba Jorge, le encantaba mirarlo y más aún en un sitio tan bonito como en el que estaban. Al observarlo no pudo callar y jadeo agitada de placer.

—Si Jorge... Así...– dijo rodeando sus manos a la nuca de él, jalando los mechones de su cabello y profundizando su cabeza entre sus piernas.

Jorge levantó la vista y sonrió
–¿Te gusta lo que te hago?... Puedo hacerlo mas rápido si quieres. —dijo, haciendo que Silvia se estremeciera al sentir su cálido aliento rozar en su clítoris.

–Sí, si, eso quiero.–contestó Silvia mientras agarraba la cabeza de Jorge pegándola más a su vagina.

—Quiero verte esos hermosos pechos mientras te como. —ordenó Jorge, ronco por lo excitado que estába.

Silvia hizo caso a Jorge, quitó sus manos de la cabeza de él para desabrocharse el nudo del bikini dejando ver sus lindos y redondos pechos.

—Tocate antes de que pase mi boca por ahí.

Ella asintió y paso sus manos por sus pechos, apretandolos y colocando sus dedos entre sus pezones mientras tiraba de ellos.

Jorge siguió lamiendo más rápido, conmovido ante el espectáculo de su novia.
Subía hacía sus pechos para morderlos y jugar con ellos, haciéndola sentir bien.
Bajo su mano y se toco su miembro para luego sobarlo, ya le estaba doliendo, la situación le excitaba demasiado, ella por su parte lo disfrutaba tanto, sentía que se iba morir de placer, y eso que aún no comenzaba lo bueno.

Jorge se separó de ella, la tomo de la cintura y la giro para que ella ahora quedará arriba.
Silvia desesperada y ansiosa quitó la camisa de Jorge y luego su bañador junto con su boxer, no tenían mucho tiempo.

Tomo su miembro entre sus manos, lo sentía muy duro, empezó a hacer masajes hacía arriba y hacía abajo, estimulandolo.

—Vez como me tenías, como piedra.

—Uy, pobrecito de mi bebé —se agacho la castaña y dió un besito en su miembro—, vamos a ayudarlo a qué este feliz. —dijo provocándole.

Silvia tomo el miembro de Jorge y lo guío a su boca, lamió lentamente la glande, vio como Jorge cerraba los ojos, obstruido por la excitación, ella comenzó a chupar mas rápido y profundo, sintiendo su longitud deslizar por su lengua. Él tomo el cabello de Silvia y lo jalo, empezó a embestir suavemente, ella solo sentía como su punta golpeaba el fondo de su garganta.

Después de un momento de placer, Jorge salió de la boca de Silvia y ella subió, tomo su pene y lo guío dentro de su vagina, una vez dentro, comenzó a moverse hacía delante, era como si le diera un masaje placentero pero por dentro, el puso sus manos en sus caderas ayudándola en los movimientos.

—Dios, Jorge... —gimió la chica, sintiendo como ardían sus mejillas.

Momentos después, cambio de posición, se levantó con Silvia en sus brazos, cargandola aún unidos, camino despacio con ella hacía el agua y se recargo en una pierda para ayudarse.

La tomo por sus muslos, embistiendola fuertemente, ella solo gritaba su nombre, gozando el placer que su novio le daba. Se podía escuchar el sonido de sus cuerpos fusionados en medio del agua. El siguió dándole placer por mucho tiempo más, llevándola al verdadero paraíso.

—Ahh, Dios... —grito Silvia, mareada de placer.

—Pecadora —sonrió con deseo notorio en su rostro—. Ah... me voy a correr...
—jadeo mientras la embestía con más fuerza.

—Dios sí, si, si, más por favor. —chillo de placer mientras llegaba al orgasmo.

Jorge se recargo en la roca, con una mano cargando a Silvia, se clavo mas en ella, puso su cabeza en su hombro, llegando a su límite, se corrió dentro, sintiendo como un mar caliente estallaba dentro de ella.

—Ah... —respiro agitada.

—Mmm... —el pelinegro jadeo, succionando y besando tiernamente el cuello de su chica, dejando pequeñas marcas rojas.

—Estuviste increíble guapo, nunca había sentido tanto placer en mi vida. —dijo la ojiverde, dando besos por toda su cara.

—Tu también mi amor, me encanto.
—Silvia rió.

—¿Que pasa? —pregunto sonriendo.

—De seguro ya es muy tarde, los chicos deben estar pensando que nos secuestraron.

—Cierto, tenemos que volver.

Jorge salió de Silvia, ella solo soltó un pequeño gemido. Se bañaron en el agua y luego se pusieron sus prendas que estaban botadas por todas partes. Una vez listos, regresaron por dónde vinieron, había sido una experiencia bastante caliente pero linda.

Llegaron directo al hotel, recogieron sus cosas y se juntaron con sus amigos, listos para tomar el camina al aeropuerto.

—Donde estaban, estábamos preocupados. —exclamó Damian.

—Fuimos a explorar la playa. —mintió Jorge.

—Si claro, explorar... —rió Jane al ver los chupetones que habían en el cuello de Silvia.

Silvia solo le lanzo una mirada fulminante, riendo.

—Bueno, vámonos. —habló Jorge, cambiando de tema.

Subieron al camión, 40 minutos después llegaron al aeropuerto, esperaron a la hora de su vuelo, una vez listos, abordaron directo a Los Angeles.

Horas después, llegaron.

El deseo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora