8. Amando al enemigo. Parte 1

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— ¿Dónde está Barty? ¡Joder! ¡Dime dónde diablos está Barty!

Lunes

By Severus

Estaba completamente consciente de que él no estaba bien, pero no creí que fuera llegado muy lejos. Mi respiración era corta y no tenía ni a Lucius ni a Regulus cerca para avisarles sobre Barty, estaba completamente solo y con miedo. Tuve la suerte de que me hayan llamado a tiempo, porque esto me ha afectado mucho. Al ver su cuerpo helado casi me desmayo, y una punzada en mi pecho llego al ver sus cortes por los brazos, ¿como mierda puede hacer eso? No sé qué lo había llevado a hacer eso pero yo mismo tendría que averiguarlo. Apenas eran las cuatro de la madrugada y no me importaba si yo tenía clases, yo me iba a ocupar de cuidar a Barty.
Tuve muchos problemas con la señora Pomfrey, pero finalmente la pude convencer y ahora mi trabajo era cuidar y ver la salud de mi querido amigo, mi estúpido amigo. Joder... juro que cuando se despierte lo voy a matar. Pero verlo así me destruía tanto... y el cansancio me está matando.

Desearía tener a Lucius a mi lado y tal vez poder desahogarme con él, pero está muy ocupado en su boda con Narcissa y no quiero preocuparlo. Se lo mucho que él espera ese momento pero en algún momento yo le podré decir lo de Barty.
Y Regulus... yo no lo encontraba. Me sentía muy triste y las punzadas en mi garganta hacían que me pusiera mal, me dolía la cabeza y tenía demasiado sueño, pero lo que más me tenía que importar era la salud de Barty y no me iré de aquí hasta que él esté bien consciente y con buena salud. Podría haber llamado a Bella para que me acompañara, pero era difícil que esa chica se despertara a esta hora.
No sé si era lo de Regulus que le había afectado al no llegar el día de ayer, pero no creo que Barty llegara tan lejos para cortarse... Y la verdad no me importaba faltar a clases, mi responsabilidad de ahora es cuidar a Barty y que el idiota no trate de hacer otra estupidez porque lo mato.

Y tampoco quería acudir a los profesores, mucho menos al director... era tan incómodo tenerlo cerca mío y sus actitudes eran muy desagradables. Con la única que podía hablar era con la profesora McGonagall pero me daba tanto miedo dejar solo a Barty... no me importa. Si es necesario estar todo el día aquí sentado entonces eso era lo que yo iba a hacer. La señora Pomfrey solo me decía que me fuera a dormir o que me tomara un momento, pero por supuesto yo no iba a dejar solo a Barty.

— No debes de quedarte toda la madrugada cuidando a tu amigo.

— ¡Mierda! ¿Qué te sucede? ¿Acaso ahora eres un fantasma y te apareces así de la nada? Me mataras del susto... — Suspire y me tranquilice, jamás, pero jamás se debería de asusta a alguien de esa manera. Mucho menos si estás llorando por tu amigo. — ¿Qué haces aquí?

— Curiosidad. Escuche que tu amigo tuvo un problema y eso me llamo la atención. — Sonrió. — Me quedaré.

— No. Vete. — No necesitaba a alguien aquí, no a él. Merlin... por favor desaparécelo de mi presencia, no necesito su "ayuda" y mucho menos si es para verme todo el rato sin quitarme la maldita mirada. Ya tengo suficiente con lo desagradable que es Dumbledore y no necesito mas. — No quiero tenerte aquí. Hazme el favor de irte.

— Quiero hablar contigo.

— ¿Quieres hablar conmigo? Esta bien. Pero hazme un favor, lárgate de aquí.

El ambiente cada vez era más tenso, yo quería llevarlo al dormitorio porque ahí me sentía más cómodo, pero no pude. Tuve que aguantar algunos ronquidos de otros estudiantes que estaban al lado y yo seguía sin poder dormir. Quisiera que alguien me acompañara mientras cuidamos a Barty, pero no tengo a nadie, y por supuesto cualquiera que no sea Tom. Recibí varios consejos y palabras como "Debes descansar" "Yo lo cuidaré por ti" Pero por supuesto no dejaré a Barty a manos de cualquier persona, a los únicos que los dejaría solo serían Lucius, Regulus o Narcissa, de ahí, nadie más. Hasta empece a asustarme un poco al ver la presencia del director, yo me quede totalmente intacto y me daba vergüenza.
Pero yo tenía rato de no comer, con total poca confianza le acepté unas galletas que me había ofrecido, al menos estaban deliciosas.

𝓘𝓷𝓬𝓸𝓷𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷𝓪𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora