XV

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—Hay algo que no entiendo —dijo el inspector Andrade.

—¿Qué? —preguntó Mía.

—Es muy bonita la historia, pero ¿cómo nos sirve esto para atrapar a Ángel y a Frank Miller?

—Porque no sabes todo... —fue interrumpida por la puerta que se abrió.

—Inspector, venga —habló el inspector Márquez.

Salieron por la puerta y hablaron en el pasillo.

—Se nos derrumba el caso, ¡maldita sea!

—exclamó Márquez.

—¿Qué pasó?

—Que todos están retirando las denuncias. Hoy ya es domingo; llevamos casi una semana y no estamos más cerca que al iniciar el caso.

—Claro que sí, tenemos a Mía.

—Para lo que ellos respecta, no. Ellos no saben nada de ella. Los medios de comunicación los están poniendo como unos tontos y nadie quiere que sepa quiénes son. Dicen que incluso están haciendo una canción.

—Por eso nadie quiere denunciar, qué estupidez.

—Tiene que haber otra cosa que no nos quieren contar. Lo más probable es que haya gente poderosa involucrada. Pero el hecho es que ya me dijeron que no podemos tener a Mía en custodia, solo hasta mañana. Si no hay denuncia, no hay sospechosos.

—¡Maldita sea!, ¡se van a salir con la suya! Ya va, tengo una idea. Eso Mía aún no lo sabe. Aprovechemos el tiempo hoy.

El inspector Andrade volvió a la sala de investigación.

—Disculpa por la interrupción, decías...

—Que no lo sabes todo. El día que entré al cuarto de Ángel, cuando cambiamos las maletas, yo me quedé un rato más. Como ya sabía que el maldito me estaba mintiendo, le revisé una agenda personal que tenía y vi algo que no me esperaba.

—¿Qué encontraste?

—Dos cosas. Una fue una copia de un documento de un tal Estiben y otra persona. No sé de qué se trataba, pero si lo tenía Ángel, era por algo. Y la otra cosa que descubrí fue la copia de una cédula.

—¿De quién?

—De Ángel: su verdadero nombre y de dónde es.

—¿Su verdadera identidad?

—Debe serlo, ya que tenía una foto de cuando estaba más joven.

—¿Y cómo me sirve eso para encontrarlo?

—¡Es de Colombia! ¿No lo ves? Estafó aquí y luego de seguro se irían para allá.

—Tú no sabías con anticipación hacia dónde iban...

—¿No escuchaste mi historia? Yo no planeé nada. Cuando llegué a ver a Frank, le dije lo de Ángel. Me dijo que cuando me topara con Ángel en la casa segura, donde me amarró, me diría el resto del plan. Yo hasta ese momento pensé que me iba con Frank para Turquía, así que no le di importancia.

—¿Dónde están los papeles esos?

—En la casa segura. No pienso darte la dirección, tendrás que llevarme.

—Ok, no hay problema. Vamos.

—¿En serio? ¿Tan fácil? Vaya, pensé que te opondrías a no dejarme salir.

—Vamos o te quedas.

—Vamos.

Salió escoltada por el inspector Andrade; Márquez se quedó. Fueron a la casa donde se habían quedado la madrugada del lunes, la última ubicación conocida de Ángel. Era una casa común, en el límite de la zona urbana poco transitada. Mía agarró las llaves que estaban ocultas en un matero cerca de la entrada principal. El inspector Andrade aprovechó para buscar huellas dactilares y tomó las que consiguió con el tiempo limitado que tenía mientras ella buscaba la carpeta con los documentos y la copia de la cédula que le había robado a Ángel.

NOVELA OPERACIÓN: JEQUE MATEWhere stories live. Discover now