IV- Las cartas sobre la mesa

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❝ 𝐓𝐡𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐝𝐬 𝐨𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞 ❞

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❝ 𝐓𝐡𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐝𝐬 𝐨𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞 ❞

El duelo tenia sabor dulce, al contrario de lo que muchos creerían, pero era un dulzor tan intenso que incomodaba al cuerpo entero casi siendo nauseabundo

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El duelo tenia sabor dulce, al contrario de lo que muchos creerían, pero era un dulzor tan intenso que incomodaba al cuerpo entero casi siendo nauseabundo. Durante las últimas horas Rhaella había devuelto su estómago más de tres veces, se aislaba en un rincón mientras las arcadas hacían sus ojos lagrimear y su garganta arder.

—Madre...—La voz de Rodwell la hizo volver a su realidad, esa horrorosa realidad.

—Estoy bien, estoy bien. —Afirmó la princesa con un hilo de voz mientras erguia su espalda mientras limpiaba su boca con un paño que ya no tenia un aroma agradable. Apoyó su espalda contra la pared rocosa mientras intentaba recuperar la compustura, su hijo se acercó con una expresión dura pero sus ojos estaban hinchados y con rastros de lágrimas al principio de sus mejillas.

—La pira ya se ha consumido. —Informó no pudiendo ver a su progenitora a los ojos.

Aquella pira era tan pequeña que no pudo ver cuando Myrgor la quemó con sus llamas, su estómago se vació y estaba casi segura de que había oído los llantos de su bebé una última vez. Daemon habia desaparecido en medio de la ceremonia pues no quería que el funeral fuese celebrado en Driftmark, pero no podían ir a Dragonstone con un cuerpo en brazos, ninguno de los dos podría soportarlo.

Lord Corlys había ordenado que Aegon tuviese una sepultura digna de un Targaryen, que su cuerpo sea entregado a los dioses mediante el fuego. Todo había sucedido realmente rápido, de la noche a la mañana el diminuto cuerpo de Aegon III era solo cenizas y su dragón aún sin nombre habia quedado sin jinete.

—¿Como están tus hermanos?—Quiso saber la peliblanca.

—Laenora es un mar de lágrimas, Balaena la está consolando como puede y Aeron... —Hizo una pausa con la mirada en su cinturón, aquel donde su espada se alojaba. —Intenta ser fuerte pero antes de la ceremonia lo he escuchado llorar desconsoladamente.

La información le dolió como si una cuchilla atrevesara su garganta y las náuseas fueron inevitables, le dio la espalda a su hijo para escupir aquel ácido que su estómago devolvía, a esas alturas ya no había nada que vomitar simplemente eran sus jugos gástricos y la cabeza ya comenzaba a dolerle en otra escala. Entre tanta desolación una cálida ola le recorrió la espalda, de arriba hacia abajo, tardó unos segundos en darse cuenta que se trataba de su hijo mayor frotandole delicadamente la espalda.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | Daemon Targaryen Where stories live. Discover now