|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo.»
Tras años retrasando el momento, Alina Hazelwood debe enfrentarse a sus mayores miedos entrando...
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—¡APARTAOS! ¡APARTAOS!—escupió Benedict empujando a la gente hasta arrodillarse frente a Alina, que estaba sostenida débilmente por Harry Foster.
—No se mueve...—gimió el rubio, pálido—. No respira...
—Tranquilízate, hombre. Que si respira—le ordenó Amy tomándole el pulso—. Está realmente débil. Se le habrá bajado la tensión.
—Lord, Foster—exclamó Lady Danbury—. ¿Podría ayudar a mi ahijada?
Foster señaló a sí mismo y tartamudeó. ¿Qué coño que la pasaba?
—No... No me llevo bien con los temas médicos...
—¡Dios Santo! ¡No hay sangre!—gritó Amy.
Lady Danbury, Benedict y Amybeth miraron al joven como si fuera un lunático, pero este se puso blanco como la pared.
—Ya... Pero yo me pongo fatal si...
—Por el amor de Dios...—gruñó Benedict rodando los ojos y cargando a Alina con velocidad para ponerse en pie—. Lady Danbury, llame a un carruaje.
—Enseguida.
Violet, Popy, Gregory y Hyacinth llegaron al paso, seguidos de cerca de Colin y Eloise.
—¡¿Qué le ha pasado?!—Popy lloraba con desesperación intentando andar a la altura de Benedict.
El segundo Bridgerton la miró preocupado.
—No te preocupes, Popy. Ha sido una bajada de azúcar—le sonrió él mordiéndose la lengua, ignorando con todo su autocontrol a Edgar Hazelwood desde la distancia.
No hacía falta ser un adivino para saber que le había causado el desmayo. Todo el mundo les miraba y susurraba a su alrededor, pero a él le importaba bien poco. Lord Foster había desaparecido y tampoco le interesó saber su opinión acerca de su rapidez para actuar. Porque lo único que le importaba era ella.
Estaba terrible y absolutamente aterrado por ella.
No podía respirar sin saber que ella estaba sufriendo. Que lo hacía a diario, a pesar de que fingía no hacerlo. A pesar de haberla ayudado en secreto a conseguir a otro hombre. A pesar de haberse obligado a alejarse... Le era imposible. Le era realmente imposible. No podía no entrometerse en su vida. No podía. No podía. No podía...
Le importaría hasta el final de sus días.
—¡Colin!—bramo—. Encárgate de los niños y se mamá.