Kim Taehyung y Yoongi, sufren abuso por parte de su padre. Cuando el amigo de Yoongi, Jungkook, consuela a Taehyung, esto desencadena una historia de amor y odio que se extiende por diez años.
Jungkook, un jugador seguro y coqueto, nunca ha tenido u...
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Salí de casa y me dirigí al auto de Jungkook, el cual estaba esperando fuera de mi casa.
—Ten esto -dije, dándole una bebida.
—Gracias, toma esto -sonrió, y me entregó una rebanada de sándwich y me eché a reír.
—Ese es un cambio bastante bueno -le dije, sonriéndole y comiendo- Oh, tengo que ir a Dunkin y conseguir rosquillas -lo mire esperando a que respondiera mientas conducía. Asintió con la cabeza y si rostro se encontraba radiante.
—¿Por qué tan feliz hoy? -pregunté con curiosidad. No había podido dormir mucho y sabía que él estaba cansado, así que era algo raro verle tan feliz.
—Tuve una buena noche, ayer eso es todo. Finalmente, estuve con ese omega al cual he estado deseando por un tiempo -me guiño un ojo, su sonrisa auténtica fue cambiada por la estúpida que siempre llevaba.
Mi lobo se removió incómodo y mi corazón se sintió estrujado, sentía como si alguien hubiese clavado una daga en mí, estómago. Había conectado con alguien, y luego ¿Vino a mí? ¡Era un imbécil! Lo besé, mi primer beso adecuado y él ¡Había estado ligando con alguien para tener sexo antes! Maldito gigoló, sabía que no debería haber esperado algo diferente.
Me di la vuelta para que no pudiera ver que me había afectado, y mire por la ventana negándome a llorar. El llanto es para los débiles, casi nunca dejaba que nadie me viera en esa situación, pero algunas personas traspasaban todas las defensas que había construido, así que no podía evitarlo. Él se detuvo delante de Dunkin y me bajé rápidamente, con ganas de estar lejos de él.
Pedí un total de veinte donas en toda la variedad de sabores, principalmente de chocolate, ya que son mis favoritas. Cuando llegue de vuelta al auto, Jungkook estaba sonriendo.
—¿No necesitas más? -bromeó, mirando a las dos grandes cajas que tenía en mis brazos.
Me limité a mirarlo y encendí a la radio.
—Me gusta esta canción -mentí, no tenía idea de lo que era, pero no quería hablar con él. Me lanzó una mirada extraña.
—Odias ese tipo de música -dijo, frunciendo el ceño y bajándole el volumen.
En realidad, estaba en lo cierto, odiaba eso, pero me gustaba más en este momento que hablar con él, puto mentiroso.
Nos detuvimos en las afueras del estudio donde el grupo ensayaba los sonados, nosotros éramos un pequeño grupo de baile. Habíamos comenzado una batalla de baile la semana pasada contra otros diez equipos de la ciudad y habíamos ganado el segundo lugar. Habíamos ganado dos puntos, siente millones de wones, no es que no hallamos visto el dinero, pero este fue directo al estudio, los uniformes, música y volantes o afiches promocionales. Amaba la danza, siempre había sido mi sueño desde que era niño tener mi propio estudio de baile. Tal vez algún día lo lograría, pero por ahora era muy poco probable.
