La cuenta pendiente con mi alma gemela [Kookmin]

LI

—Seguro es Hobi jugando al piloto de Nascar otra vez —dijo Tae rodando los ojos a un lado.

—No lo dudo, desde que le prestaste tu carrito, anda como loco.

—Corrección amigo, no es un carrito, es un auto super-deportivo y es único en el mundo. Ya te lo he dicho, búscalo en Google por favooooor. Bugatti la Voiture Noire, te irás de espaldas al leer lo que dice el internet de mi bebe.

Jimin se rio mientras tomaba un bote de agua del refrigerador.

Tae caminó feliz hacía la puerta principal para abrirle a su chico.

Fuera se escucharon varios disparos y en cuestión de segundos, Tae fue sorprendido en la puerta por varios hombres que entraron a la fuerza. Dos de ellos lo tomaron a él y otros dos fueron por Jimin.

Los dos gritaron, soltando golpes y patadas para zafarse, pero la fuerza que ejercían en ellos era mayor. Los hombres los golpearon con los puños en la cara y abdomen para que dejaran de resistirse, pero al ver que continuaban con la lucha, les inyectaron rápidamente una especie de sedante en los muslos.

Al cabo de varios minutos, Jimin y Tae se encontraban arriba de un vehículo en marcha, completamente inconscientes.

Jungkook y Namjoon estaban en la mansión de Hoseok, planeando una nueva entrega de armas.

Los tres hombres vestidos de traje, bebían whisky mientras cada uno opinaba, la mejor forma de recibir el armamento.

—Yo insisto en pedir que las escondan dentro de autos de lujo, pagamos una buena suma a la agencia que usaremos y listo —habló Hoseok muy seguro de sí.

—Pero es mejor en costales de granos, como lo hicimos la última vez con la droga que venía de México —dijo Namjoon.

—¿Cómo en los granos?, las van a encontrar muy rápido, aunque forren los costales con algún material especial, las van a detectar fácilmente en la aduana —renegó Hoseok por la estúpida idea.

—Pues volvemos a pagarles a los infiltrados en las aduanas, como siempre lo hacemos —volvió a opinar Namjoon— de todas formas deben ocultar bien el cargamento por si las dudas.

—¿Y si Las envían en un tráiler revestido de algún material radio-opaco con cajas de ropa y ya? —comentó Jungkook.

Namjoon y Hoseok se voltearon a ver, sin poder creer lo que acababan de escuchar.

—Muy fabulosa tu idea, si no fuera porque la última vez nos emboscaron descargando un tráiler lleno de ropa y armas —contestó Hoseok con sarcasmo.

—Si llegaron al lugar de reunión, significa que las armas no fueron detectadas —contestó Jungkook con la cabeza erguida algo molesto— hay cosas que no recuerdo, pero no estoy estúpido.

Namjoon y Hoseok se volvieron a ver sorprendidos. Jungkook tenía razón.

—Ya, nadie está diciendo que eres estúpido, es solo que no lo habíamos visto en la manera que tú lo hiciste —dijo Namjoon tratando de hacer que su amigo no se molestara.

—Tal vez ayude que la entrega se realice en un lugar muy concurrido como en el bar de Seúl —volvió a opinar Jungkook.

—Sí y también podem.... —el sonido de los celulares de Hoseok y Jungkook interrumpieron lo que Namjoon iba a decir.

Hoseok se levantó rápido de su asiento viendo el mensaje recibido. Estaba en shock. Intentó moverse, pero el miedo y el coraje lo habían controlado por completo.

El corazón de Jungkook empezó a latir rápidamente. Sus manos temblorosas intentaban mantener fijo el celular, después de ver la fotografía que le habían enviado. Sus ojos se cerraron por el fuerte dolor que empezó a sentir en la cabeza. Imágenes de Jimin caminando en un bar, invadieron su mente. De pronto, el rubio estaba sonriendo y bailando en sus brazos, mientras él se sentía como un adolescente enamorado. Segundos después, todo se esfumó.

—¿Estás bien Jungkook?, ¿y qué pasa Hoseok? —preguntó Namjoon preocupado viendo a ambos muy mal.

Jungkook le extendió su celular sin poder emitir alguna palabra. Su corazón y cerebro estaban en una lucha interna.

Namjoon tomó el teléfono.

El mensaje mostraba las fotos de Taehyung y Jimin tirados en el piso golpeados e inconscientes con un texto.

《Las armas que tiene la policía en su bodega, a cambio de este par. Solo tienen un día para pensarlo o ambos chicos estarán muertos. Esperen instrucciones. Junseo Lee.》

El aviso había sido enviado a ambos hombres.

—¿Hoseok? —preguntó Namjoon viendo que no respondía.

—Lee tiene a Jimin y a Tae, me pide la armas que confiscó la policía a cambio de ellos. Seguro mataron a los hombres que resguardaban el departamento —le respondió aprentandolo la mandíbula.

—Lo sé, también Jungkook recibió el mensaje. Ese maldito sabe dónde golpear. De seguro se dio cuenta que él fue quien lo sacó de su departamento —dijo Namjoon serio, regresándole el celular a Jungkook— lo que me parece extraño, es que haya lastimado a Jimin.

—Ese hombre está loco, estoy seguro que ni siquiera los Park se preocupan por su heredero. Ni él, ni Tae se merecen nada de lo que les está pasando —volteó a ver a Jungkook. En el fondo Hoseok, estaba molesto porque el pelinegro seguía sin recordar al rubio. El había visto de cerca el sufrimiento de Jimin y sentía impotencia al no poder hacer nada para consolarlo.

—Jungkook, ¿te sientes bien? —preguntó Namjoon viendo como seguía tocando su cabeza —amigo, tal vez sigas sin recordar a Jimin, pero no podemos dejar que ese maldito le haga daño. Tú lo amas y si no haces algo por rescatarlo, te vas a arrepentir toda tu vida.

Jungkook asintió con la cabeza, tal vez sus recuerdos aún no regresaban, pero su corazón le estaba gritando que fuera por él.

—Hay que planear como sacar esas armas de ahí, no tenemos mucho tiempo —dijo Jungkook con los codos en sus piernas y ambas manos en la cabeza.

—Sí, voy a contactar a Seokjin, necesitaremos toda la ayuda posible —expresó Hoseok.

—Ha llegado la hora de deshacernos de Lee —expresó Jungkook golpeando su mejilla interna con la lengua, mientras se ponía de pie.

—Hagámoslo —expresó en apoyo Namjoon.

Las horas pasaron lentamente para los tres hombres que buscaban la manera de conseguir esas armas. La impotencia sobre conocer el estado de los chicos los abrumaba.

Los tres confirmaron. Había algo que podían hacer, el riesgo que tomarían sería alto, pero sabían que valdría la pena.