Capítulo 28

90.6K 6.1K 3.2K
                                    

[En Multimedia: El beso sorpresa de Matt]

—¿Por qué demonios me llamas?

Echo un vistazo de reojo a Matt. No se ha percatado de nada, está concentrado mirando una de las pinturas, esperando pacientemente hasta que regrese.

Necesito que hablemos, Emm—replica el idiota que me dejó, tratando de sonar condescendiente.

Su voz suena tan gruesa como siempre, pero ya no me gusta.

En aquel tiempo, cuando lo amaba con obsesión y teníamos una discusión, solía llamarme a mi móvil y usar esas palabras tan manipuladoras: "Necesito que hablemos, Emm".

Y yo caía, porque sentía que tenía un poder sobre mí.

Hoy no. Hoy me siento asqueada por su voz. No porque esté resentida por lo que me hizo, porque ya no lo estoy. Sino porque me quitaron la venda de los ojos y acabo de descubrir que en verdad tiene una voz horrenda.

—Te prohibo que uses ese asqueroso sobrenombre conmigo—lo ataco muy segura de mí misma—. Y no, tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Así que voy a cerrar ya mismo porque tengo algo importante que hacer.

¡No, no! Espera, debes escucharme—suena desesperado—. Cometí un error. Necesito que lo hablemos... quiero disculparme.

Bufo. Gran amo del sarcasmo, ven a mí.

—Qué pena... porque estás cuatro años tarde—digo y prosigo—. ¡Cuatro años! ¿Sabes todo lo que ha cambiado desde entonces?

—Pues...

Lo interrumpo.

—A Obama lo reeligieron como presidente de los Estados Unidos, los Seahawks de Seattle ganaron la temporada pasada de la NFL después de años de no llegar a la final, no llueve en Los Ángeles desde hace unos meses, me quité el espantoso rojo de farmacia que te gustaba...

Oli... Oliv... ¡ni siquiera puedo decir su nombre de lo asqueada que estoy! Mi estúpido ex-patán ríe del otro lado del teléfono.

He extrañado ese humor negro tuyo...—murmura—. ¿Todavía ves fútbol?

—¡Sí!—exclamo.

¿Ves? No todo ha cambiado.

Vaya, en verdad odio a este idiota. ¿Qué fue lo que le vi? ¿Cómo fue que hizo para que me obsesionara con él de la manera en que lo estaba? ¿Y por qué rayos me emocioné cuando me escribió que me amaba en una servilleta? Qué bien que Matt la destruyó.

¡Matt!

Giro mi cuerpo para verlo. Está cruzado de brazos, contemplando otra de mis pinturas. Qué lindo es, quiero ir a abrazarlo, besarlo y decirle que lo amo con todo mi corazón. Pero tengo a este idiota al teléfono que está interfiriendo en mi vida y mi futuro prometedor de ojos azules.

—Oliver—decido llamarlo por su nombre—. Ya no me interesas, no me llames más por favor. Además, no estoy en Seattle, solo fui unos días y ya regresé a Los Ángeles.

De acuerdo, dejaré de llamarte.

Al fin.

Iré a visitarte, entonces.

Me horrorizo.

—¡¿Qué?!—grito tan fuerte que Matt se voltea para verme. Me siento nerviosa—. ¡Disculpa, háblame más fuerte que no te escucho! ¿Qué pintura quieres?

Matt ríe, negando con la cabeza y se dedica a mirar una de las esculturas.

Sería agradable tener una pintura de tu cuerpo.

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora