CAPÍTULO 12

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Capítulo 12
La razón del viaje

๑ Charlotte ๑

Me acerqué un paso, quedando frente al señor Han, aquel surcoreano de cara triangular cuyomentón era pronunciado. Su cabello, oscuro y en un corte pulcro, parecía haber sido pulido,pues me pareció verlo brillar. 

     —Yo sé hablar inglés —respondí en el idioma solicitado. Para mi sorpresa, no medirigí hacia Sebastián, sino hacia el presidente de Pledis. El silencio se hizo y me incomodé.Recordé lo que hacían los personajes en los dramas que veía y disfrutaba con mi hermana cadaúltimo fin de semana de cada mes cuando se presentaban ante alguien mayor de edad que ellos,o de mayor rango. En esta ocasión, eran ambas cosas. En un movimiento improviso me inclinéhacia delante, con la espalda recta, en un ángulo de noventa grados. Algo tronó en miinterior—. Es un gusto conocerlo. 

     —Gracias, señorita. —Escuché contestarme—. ¿Cómo se llama usted?

     —Puede decirme Lottie, señor —respondí sin siquiera alzar la mirada. 

     —Al menos alguien tiene buenos modales.

     Por un lado, su comentario me caló en lo más profundo del alma. Y por otro, agradecíal cielo de que tanto mi hermana como Liam, no entendieran ni una pizca. Alcé la mirada y, dereojo, vi como Liam se inclinó hacia delante, hacia mí, quizá para preguntarme qué era lo queel mayor había dicho. Tragué saliva. Y respiré cuando el señor Han interrumpió. 

     —Déjenme presentarme —continuó—. Mi nombre es Han Seong-su, presidente dePledis Entertainment. Sean bienvenidos a Corea del Sur. Y a mi casa vacacional que uso para mishuéspedes e invitados especiales. ¿Qué les parece? 

     ¿En serio esa casona era una simple casa de vacaciones? Seguro que el señor Han vio mi cara desorpresa, de estupefacción, porque emitió una sonrisa más alta de lo que había sonreído alinicio del encuentro. 

     —Es una casa magnifica, señor Han —respondí. No agregué más. Tragué saliva y bajéla mirada. Comencé a jugar con mis dedos, dándole a notar lo nerviosa que me sentía ante supresencia. No porque me intimidara, sino por respeto—. Y, respecto a su primera pregunta,señor Han, debo decir que fue un buen viaje y tranquilo. Disculpe que no hayamos respondidoantes, pero apenas estamos decodificando todo esto. —Me animé a levantar la mirada y verlodirecto a los ojos—. Para mis amigos y para mí, es todo un sueño esto que estamos viviendo.

     El silencio, ese maldito silencio hizo protagonismo en la sala habitación. Lo odiaba. 

     Nadie dijo algo. 

     Y empecé a escuchar los latidos huecos en mi pecho. 

     El hombre sonrió, otra vez. Ahora, un poco más pegado a las comisuras. Sin embargo,fue fugaz. 

     —Me da gusto escucharla decir eso, señorita —dijo. 

     Y el silencio reinó, una vez más, entre todos los que estábamos presentes dentro de esacasona de ricachón. El señor Han se dio una media vuelta, titubeante, alzó una pierna y dio unpaso en un andar peculiar, como si estuviera danzando. Y así, dio otro, y otro más. 

     Una duda se formuló en mi interior. Y aunque lo más prudente era guardar silenciohasta que el mayor nos preguntara algo, moría por escupirla como una bala directa. 

     Miré hacia mis espaldas y vi a mi hermana expectante a mí, con esos ojos gigantescos yduros, perforando todo mi ser. Y mi alma. Seguro que en su cabeza se estaban formulando, nocientos, sino miles de preguntas acompañadas con palabras altisonantes. 

ERES MI VENENOWhere stories live. Discover now