CAPÍTULO 54.

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《DE LUCKYAN SOBRE SU PADRE》


La sonrisa se mantuvo en su rostro, fría y cruel, era la misma sonrisa que siempre tenía cuando me golpeaba a mí o a mi madre. Mis manos temblaron por un momento sobre mi espada, apreté los dientes con fuerza, no iba a dejar que viera debilidad en mí, no, ya no.

Recorrí la distancia que nos separaba, mis pasos lanzaron ecos sobre el suelo de mármol y dentro de aquel salón del trono vacío. La corona de rubíes estaba en su cabeza y brillaba atrapando la ligera luz que arrojaban las lámparas. Aferraba su trono con tanta fuerza que sus nudillos de habían vuelto blancos y aunque la sonrisa se mantenía había miedo en su mirada igual a la mía.

—Luckyan... traidor... maldito traidor —gruñó, escupió sobre el suelo y yo me detuve a un par de pasos de distancia.

—Llamarte "padre" sería una estupidez y llamarte "rey" sería una desperdicio y un insulto a la palabra —mi voz sonó ronca, pero clara, él siguió mirándome de forma altiva y arrogante como si yo no valiera nada, como si el polvo debajo de mis botas fuera incluso mejor que yo.

—¿Crees que voy a dejar que te quedes con mi trono, con mi corona y con mi reino? —dijo y su tono era afilado, había rabia en él—. Tendrás que pasar por encima de mi cadáver antes de que te entregue el reino y mi posición.

—Pues entonces déjame solucionar ese pequeño inconveniente.

Deslicé mi espada fuera de su vaina y el metal manchado de sangre apareció frente a mí. Sus ojos ahora oscuros miraron la hoja, tragó con fuerza y su cuerpo entero pareció temblar por un instante, apretó la mandíbula y una risa pesada, casi histérica salió de sus labios.

—Ninguna persona que haya cometido parricidio puede sentarse en el trono y llamarse rey —masculló, sonreí, por supuesto que lo sabía y lo sabía muy bien.

—Que bueno que no estoy solo —susurré, el par de pasos llenaron de nuevo la habitación, pasos suaves y ligeros como plumas, pero que abrirían y harían enormes estragos en aquella habitación.

Mi padre resopló cuando Josephine se detuvo a mi lado, había sangre seca en su capa oscura y su cabello goteaba agua de lluvia, me miró y nunca la amé tanto como en ese momento, levantó la mano y la daga atrapó la luz, sonrió y se volvió para mirar a mi padre.

—Josephine Astley, la hija del general Edmund Astley —dijo y el asco recorrió su rostro, lanzó una mueca desdeñosa hacia ella.

—Es bueno verlo de nuevo... ¿Cómo debería llamarlo rey, majestad, maldito cerdo? —preguntó Josephine en voz alta, había diversión en su voz, pero también enojo crudo y real.

—No eres más que la puta de Luckyan —gruñó y comenzó a reír de nuevo, su risa se elevó por encima de nosotros, pero Josephine no se echo para atrás, es más sonrió y cuadró los hombros para parecer más alta—. Cuando menos lo esperes te dejará por alguien mejor, por alguien que pueda darle oro y poder.

—No se preocupen, rey Eadred, tal vez no podré darle oro o joyas a Luckyan, pero le daré algo mucho mejor que eso... Le daré a Luckyan el  trono que siempre ha merecido, la corona para gobernar Loramendi y su cabeza, majestad, como muestra de mi amor y mi respeto hacia él —respondió con suavidad mientras miraba a mi padre que temblaba, su rostro había adquirido un tono rojo y su mandíbula temblaba sin parar.

—¡Maldita puta! ¡Tú envenenaste a mi hijo contra mí! ¡Tú hiciste todo esto! —gritó y las venas de su cuello se tensaron tanto que creí que estallarían sin más. Se puso de pie rápidamente y la corona de rubíes cayó hacia un lado y rodó por el suelo con un golpe seco.

EL PRÍNCIPE QUE SOÑÓ CON SER REY [LIBRO #2] 《COMPLETA✅️》Where stories live. Discover now