21. La primera vez

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Asher

Miro a Luken a los ojos, y él solo asiente, mordiéndose los labios. Intento decirle que todo esto es una locura, que me preocupa adónde podemos llegar, pero su mirada juguetona y sugerente me hace olvidar por un momento todos los problemas. Las palabras que intentan formarse en mi mente se desvanecen, atrapadas en una jaula de dudas e inseguridades. Pero en medio de esa confusión, lo único que queda claro es la conexión que compartimos, la tensión palpable entre nosotros.

Su aprobación, tan sutil y firme, significa mucho para mí. Nunca lo forzaría a nada que no desease, y saber que está conmigo en esto, que me sigue en esta encrucijada, y que está dispuesto a dejarse controlar por mí aunque sea un poco, alivia parte de mi ansiedad. Sin embargo, la incertidumbre sigue ahí, como una sombra que me recuerda que no estoy acostumbrado a ir de la mano con nadie, a depender de alguien más.

Pero Luken tira de mí, con una confianza que no puedo ignorar, y aunque cada fibra de mi ser quiera resistirse, me dejo llevar, incapaz de rechazar esa sensación de pertenencia que, por primera vez en mucho tiempo, no siento como una carga. Es un sentimiento que se arraiga profundamente, como si, al dejarme arrastrar por él, también me estuviera liberando de algo, de un peso que he llevado solo durante tanto tiempo.

Este vínculo que estamos construyendo es nuevo para mí, es desafiante, pero también es una promesa de algo más, algo que quizás ni él ni yo hemos querido admitir del todo. La vulnerabilidad que me muestra, esa dependencia que va más allá que cualquier otra cosa, comienza a desvanecerse lentamente en él, y aunque sé que lo asusta, a mí me intriga. Porque en su mirada, en esos pequeños brillos en sus orbes avellana, veo un reflejo de lo que podría ser un futuro en el que no tenga que enfrentar mis demonios solo.

Es un futuro incierto, uno que no imaginé para mí, pero que ahora no puedo evitar contemplar. La posibilidad de compartir no solo mis momentos más oscuros sino también mis pequeñas victorias, de saber que, al final del día, alguien estará ahí, dispuesto a soportar mis tormentas y compartir mis silencios. Luken, con su mezcla de dureza y fragilidad, se ha convertido en algo más que un enemigo en este juego; es la persona con la que quiero compartir la travesía hacia el infierno.

Es irónico, quizás, desear compartir algo tan intenso y destructivo, pero en él encuentro un igual, alguien que comprende la oscuridad porque también la lleva dentro. Juntos, somos una fuerza que desafía lo que es normal, lo que es sano. Pero, en esa disfuncionalidad, en esa conexión rota y reconstruida una y otra vez, hay algo que brilla, un deseo de pertenecer, de encontrar algo que trascienda el caos.

Y aunque el camino sea difícil, y las heridas aún más profundas, no puedo evitar pensar que, en Luken, he encontrado una razón para enfrentar lo que venga, porque en su compañía, el infierno parece un destino compartido, y no un castigo solitario.

En este instante, en el salón, me permito revivir brevemente sus palabras, aquellas que expresó con una franqueza desarmante. Su honestidad cruda me había dejado sin palabras, y es algo que me sigue sorprendiendo. Pero no puedo evitar reírme para mis adentros al recordar mi intento de provocarlo de una manera más lúdica: la brillante idea de colocarme un lazo allí abajo, con la intención de sorprenderlo y llevar nuestro juego a un nuevo nivel de excitación. La imagen en mi mente es ridículamente divertida.

Sin embargo, el plan no salió como esperaba. El lazo resultó ser más ajustado de lo que había anticipado, casi como si estuviera usando un cinturón dos tallas más pequeño justo después de una cena copiosa. A medida que la incomodidad aumentaba, me di cuenta de que mis habilidades con los lazos dejaban mucho que desear, o quizás, simplemente había subestimado lo que se necesita para jugar con esos adornos de manera efectiva.

La Habitación Oscura [+18] (TERMINADO)Where stories live. Discover now