𝟏𝟓.𝐍𝐚𝐜𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐝𝐚𝐫 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬

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Lunes 30, de octubre, 2023
Antonella Montclair

Estoy caminando a paso rápido por toda la casa como una loca, tratando de encontrar mi zapato para ir al colegio. Son las 6:45 a.m, y ese condenado zapato no quiere aparecer.

¿Podría tomar otro par de mi colección?, si, el único inconveniente es que no quiero otro par.

Estos son unos zapatos de edición limitada de Chanel que trajeron mis tías para mí desde Cambridge; ciudad que no he visitado desde el funeral de un familiar en 2021.

He hecho que toda la familia de Christian se levante y se ponga a buscar conmigo, a excepción de Christian, que está trabajando. Pero creo que esto es un caso perdido; hasta que...

—¡LO ENCONTRÉ! —Grita la abuela con emoción y adrenalina desde la cocina, hacia donde vamos todos para llevarnos una gran sorpresa.

Mi nuevo perrito, Marley, lo está devorando de una manera espantosa con las garras y los dientes. Pareciera que lo suyo ya es algo personal.

Corro hacia él, intentando quitárselo, pero Marley lo toma como un estupido juego y forcejea hasta zafarse, escapando con el zapato en la boca.

Y empieza la persecución.

Todos estamos tratando de alcanzar al perrito que parece tener energía infinita, hasta que finalmente, después de mucho correr mi tía Louise logra interceptarlo y sostenerlo para que yo pueda tomar mi zapato —o lo que queda de él—, y ponerlo en mi pie.

El ambiente se llena de un silencio incómodo, todos esperando que diga algo. No veo por qué debería; sé que si digo algo serán puras maldiciones y gritos, y no quisiera que todos vieran esa parte de mí por temor a que se repita lo que hizo Marguerite. Si, mi mundo aún está girando al rededor del miedo.

Todavía está demasiado fresco el miedo a ser rechazada, a ser humillada nuevamente.

Con el cuerpo cubierto de sudor y la respiración agitada, tomo mis cosas y me dirijo a la salida, donde debería estar Jeff, mi chofer. Pero ¡sorpresa!, Jeff no está, ni su auto tampoco.

—¿Que carajo? —Digo, ahora percatándome del agua sucia que se ha adueñado de una gran parte de la calle, impidiendo que cualquier persona pueda cruzar por allí.

No me sorprende que haya fuertes lluvias últimamente; estamos en otoño en California, por supuesto que iba a llover. Pero me molesta que mi chofer simplemente haya decidido no venir sin previo aviso, o más bien, sin pedir permiso.

—Bueno...Creo que- —Dice Sharon, una de las hermanas de Christian desde atrás de mí, rompiendo el silencio, lo que hace que me exalte. —uy perdón, ¿Te asusté? —Dice ella con un tono que se puede confundir con sarcasmo, pero con una expresión de preocupación en el rostro, lo que hace que todos empiecen a reír de una manera... contagiosa. Y en un segundo, todos estamos riendo con una placidez increíble, que me hace olvidar el infortunio de hoy.

Eso hasta que Marley sale corriendo por la puerta que me había olvidado de cerrar, con una velocidad increíble hacia la lluvia, casi sumergiéndose en la calle inundada.

En ese instante, las risas paran, para convertirse en chillidos y el nombre de Marley sonando por todo el vecindario.

Rápidamente, suelto mi mochila y corro a la calle junto al resto de la familia, sin prestar atención a la negrura del agua, ni a mi polo-shirt blanco recien planchado.

Todos intentamos topar con el perrito y llamamos su nombre a gritos, con el miedo de que haya sido extraído por alguna alcantarilla abierta. Vamos de un lado a otro, el agua sucia revoloteando por nuestros movimientos, revisando cada rincón inundado. La abuela, con su pijama empapada, examina los arbustos cercanos, mientras mi tía Louise se agacha lo máximo que puede, meneando sus manos por debajo del agua, intentando topar con el cachorro.

Charming Boy • Brady NoonWhere stories live. Discover now