61 - Lengua bífida

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ANA

—¿Y el trabajo qué? —le pregunto mientras me reajusto la ropa.

Marta me hace sentir como una amante que debe huir por la ventana para que su novio no descubra su engaño. Supongo que sus amigas la juzgarían con severidad si también la desenmascararan. La princesa homofóbica es un atajo de nervios que multiplica sus manos por diez para prender las luces, abrocharse la camisa y arreglarse la falda.

—Date prisa, ¡venga! —me insta Marta, que se dirige a la puerta principal—. Ya terminaré yo lo que falta.

—¿Segura? No me parece justo.

—¡Sí! Segurísima. Mueve el culo.

—Oye, tampoco soy una perra para que me eches a patadas.

Observo a Marta desde la mesa a medida que guardo mis pertenencias en mi mochila. Ella suspira frente a la entrada, medita ante la presión del irritante timbre, y abre con normalidad. ¡Menudas amigas tan pesadas!

—¿Qué coño hacías que no dabas señales de vida? —dice una de ellas con un tonito prepotente—. ¿Y no estás lista?

—Ya, perdón. Tenía que hacer un trabajo de clase y me despisté. —Si supieran que te despistaste por otro motivo, Marta...

—¿Y esos pelos? —destaca otra—. ¿Te pillamos en mitad de un polvo con Matías? Eso explicaría todo, ¡ja, ja!

—¿Eh? —Marta se peina su melena alborotada con la mano—. ¡Qué va! Lo que os decía, estaba haciendo un trabajo de Historia infumable y encima en pareja.

—¿En pareja? ¿Con quién? ¿Con uno del puñado de inútiles de tu clase? —indaga una tercera, haciéndome sospechar que Marta vende una imagen degradante de nuestros compañeros, incluyéndome.

—Bueno, ¡je! —Maldita Marta, ni siquiera resalta una cualidad mía—. Ella ya se va...

—Ah, que está aquí todavía —enfatiza una, la primera que se adentra en el recibidor y me ve cuando camino hacia la puerta con la mochila al hombro.

—Parece un machito... —murmura la siguiente, convirtiéndome en la burla de esa manada de hienas.

¿Cree que no la he oído?

—Chicas, ella es Ana, que, por cierto, se le da muy bien la repostería y ha traído unos bollos deliciosos. —¿Marta piensa que no capto el doble sentido de sus palabras? Es tan hipócrita—. Ana, te presento a mis amigas Noelia, Tania, Sara y Susana.

—Encantada —dice la tal Tania, que no logra contener sus labios y se suma a las risitas hirientes del resto.

—¿Qué os hace tanta gracia? —La sangre me hierve entre tantas víboras que me humillan con la mirada.

—Que olía a "bollería" por aquí y ya sabemos la razón —resalta Noelia, claramente con la intención de ofenderme.

—¿Tienes algún problema con mi orientación sexual? —Con lo poco que aprendí sobre defensa personal de Aiko, me bastaría para darles su merecido a estas alimañas. Seguro que todas formaron parte del grupo que abusó de Laura en su infancia. Lo único que aprecio en sus rostros es maldad, y me sobran las ganas de cruzarles la cara una tras otra.

—¡Por Dios! ¡Qué conflictivas sois las bolleras! —exclama Noelia, exagerando su expresión de cínica—. Una hace un comentario que no tiene nada que ver y vosotras os lo tomáis como un ataque personal. Siempre estáis a la defensiva. Exigís mucho respeto y comprensión, pero sois las primeras que saltáis como unas perras rabiosas a las que no les cabe ni una pulga más en el cuerpo.

La hermana de mi exnovio [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora