Capítulo 9 - Encuentros inesperados

37.5K 3.4K 695
                                    


◆MATT◆

11 DE JULIO DEL 2011

Leo por enésima ocasión el mensaje de whatsapp que me llegó el sábado por la noche, justo después del partido, y suspiro.

Arthur Adams es un desmadre.

¿Qué clase de padre le envía a su hijo una foto que raya en los limites de lo grotesco? Solo el mío, al parecer. UGH. Él está insistente en que aún me puedo unir a su viaje de perdición con su nueva esposa y la hermana de 3sta, quien gustosamente posó en bragas de encaje para la foto que papá me envió diciendo: Grandes tetas para mi campeón. ¿Te unes o qué?

Niego con la cabeza, lanzando mi celular a la cama, y camino por la habitación en círculos mientras masajeo mis sienes, tratando inútilmente de relajarme. Si tan solo Luke Wilson me hubiese dejado desahogarme un poco con Jack Daniel's el día anterior, tal vez no me sentiría tan frustrado en este momento.

Me acerco a la venta, apoyando los brazos en ella y asomándome al exterior. Si hay una cosa que me gusta de estar en este lugar es lo increíblemente limpio y puro que se siente el aire. Comparado con Nueva York, esto es un paraíso para mí. Podría verme seriamente viviendo en un lugar como este alguna vez.

Alcanzo a ver a Alexis desde donde estoy. Ella está subiéndose a su bicicleta a las prisas, como si le urgiera irse. Creo que lo hace. Los últimos días ha sido campeona olímpica en su deporte favorito: ignorarme. Hasta hace dos noches, claro. Pensé que no me respondería cuando le hablé, pero lo hizo. Y pensar que todo fue por un beso en el que a duras penas se tocaron nuestros labios.

Tentando a mi suerte, me decido hablarle de nuevo.

—¡OYE! —le grito para que me escuche, sacudiendo la mano desde la ventana del segundo piso donde me encuentro—. ¡BRUJITA!

Cuando la veo apretar las manos alrededor del manubrio de su bicicleta y detenerse, sé que me ha escuchado. Durante tres segundos lo único que puedo pensar es que ella me ignorará y que el momento de antenoche será justo lo que ella dijo, un error que no planea cometer de nuevo.

La observo soltar una mano del manubrio y pasársela por la cabeza, donde su cabello color avellana está recogido en una alta cola de caballo. Me parece que suspira, y, cuando sé que está a punto de voltear para encararme, no puedo evitar sonreír.

Vamos, Brujita, no me falles.

La mirada iracunda que me lanza hace que mi sonrisa se ensanche. Por idiota que suene, extrañaba esto. Con ella ignorándome todo el tiempo los días aquí se estaban volviendo demasiado monótonos. Y la monotonía me lleva a tener pensamientos profundos sobre la vida y sobre cualquier mierda en la que no quiero pensar. Como mi familia disfuncional, por ejemplo.

—¡Llámame brujita de nuevo y subiré a patearte las bolas!

—¿Serías capaz de atentar nuevamente contra la vida? —respondo con diversión, escaneándola con la mirada—. ¡Sabrá Dios a cuántos de mis hijos mataste la última vez con esa patada!

Alcanzo a ver que rueda los ojos y niega con la cabeza.

—¡El mundo me agradecería si los genes Adams desaparecieran de la faz de la tierra! —grita de vuelta—. ¡Quizá hasta me harían un monumento por mi noble servicio a la humanidad!

Enarco una ceja y abro la boca, fingiendo estar ofendido, mientras la señalo con el dedo.

—Cuidado con lo que dices, brujita. ¡Nunca sabes cuando estarás rogando por tener mis genes en tus bebés!

UnplannedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora