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Gracias a qué las chicas al igual que yo querían ver e ir al campeonato, nos dejaron quedarnos hasta el día después de éste para luego ir a nuestro último destino, Rusia. Así que me encontraba sentada en la cama con mi espalda apoyada en el respaldo, mis anteojos en mi cara y el libro El Juego de Ripper cuando escuché la puerta de la habitación ser tocada y Elsa salió del baño abriéndola, como estaba muy concentrada en mi lectura no preste atención de quien se trataba.

Sentí la cama hundirse y algo caliente en mis piernas. Desvíe mi vista de las páginas y fijé mis ojos en el cabello negro trenzado y la cara palida de Jenna con sus ojos cerrados, sonreí pero cayó al sentir el lugar en donde tenía su cabeza recostada caliente. Pase mi mano por su frente y cuello sintiéndolos como una hornilla.

— Jenna — Ella hizo un sonido sin emitir alguna palabra aún con sus ojos cerrados — Cielo necesito que me mires — Y eso hizo. Sus ojos estaban de un hermoso marrón apagado, con la orilla roja y se veían cansados — Jenna, ¿Que pasa? — Ella desvió su mirada y volvió a cerrar sus ojos encogiéndose de hombros.

Deje el libro en la mesa de noche que había en el medio de las dos camas y agarre su cabeza con delicadeza soltando un suspiro al sentir la tan caliente y dejándola a un lado de mis piernas, Jenna ni se inmutó del movimiento y permaneció con sus ojos cerrad y su respiración lenta. Quité la sábana con la cual se había arropado al acostarse y entre mi mano por debajo de su camiseta sintiendo su espalda caliente, tan caliente como su cabeza, su abdomen por igual. En conclusión, su cuerpo completo estaba ardiendo en fiebre. Y aquello me preocupo.

— Jenna — Ella seguía durmiendo — Jenna — Di unas cuantas palmadas suaves en su cara y abrió sus ojos que se movían algo desorientados hasta posarse en mi y sonrió cansada — Estás ardiendo en fiebre, necesito llevarte al hospital — Estaba preparada sabiendo que Jenna se convertía en una niña de cinco años cuando escuchaba la palabra hospital, médico o medicina, para mí sorpresa no lo hizo. Solo asintió sin ganas y volvió a cerrar los ojos.

Busque en el baño hasta encontrar un termómetro digital y lo coloque bajo su brazo, lo deje allí mirando a Elsa que me miraba de la misma manera en cómo la miraba a ella, preocupada. Jenna tenía su campeonato mañana y estaba perfectamente bien está mañana al irse a entrenar, nada de fiebre, nada de ojos cansados, ni rojos ni marrones sin ganas. Todo perfectamente.

El sonido del termómetro hizo que desviara la mirada al cuerpo yacente en mi cama. Abrí mis ojos al ver el número en la pequeñísima pantalla.

— Agarra mi celular busca el contacto de Johnna y dile que espere en la entrada del hotel con una taxi a su lado, Jenna tiene fiebre en cuarenta y uno, casi dos — mi amiga asintió e hizo lo que le pedí, poniéndome un abrigo y agarrando a Jenna como pude la saqué de la habitación. Caminaba sin ganas algunas.

Johnna estaba en la puerta del hotel y al verme con Jenna me ayudó a entrar, la ojimarrón dejó caer su cabeza hacia atrás con sus ojos aún cerrados, ví que hizo una mueca de dolor y me alarme.

— ¿Que pasa? — Acaricie su cara despacio.

— Me duele la cabeza — Suspiré escuchando su voz apagada — Tengo frío — Me quite el abrigo que tenía puesto y se lo puse a ella, sorbio por su nariz y abrazo su cuerpo para acomodarse mejor en el asiento y seguir descansando.

Cuando llegamos al hospital y a Jenna la pusieron en una camilla, ella dejo medio cuerpo afuera vomitando en el suelo, esto haciéndome alarmar pero me quedé en la recepción dando sus datos, su nombre, edad, donde nació y todo eso. Me senté al lado de Johnna la cual estaba mirando al suelo con su cara recargada en su mano, me dió una sonrisa que no llego a sus ojos y volvió su vista al suelo.

— No podrá pelear mañana — Dije suave y despacio, escuché una suave risa de parte de la castaña a mi lado.

— Jenna no dejará que una fiebre y vómito le quiten el privilegio de convertirse en campeona de peso paja en boxeo y lo sabes — Lo sabía, sabía que Jenna era tan terca como para decir que se encontraba bien, pero no era una fiebre de treinta y ocho o nueve grados, era una de cuarenta y uno, casi dos.

El sonido de unos pasos acercándose hizo que mí mirada se desviará de la pared y se posará en un hombre apuesto de uno noventa, cabello castaño, ojos color miel, entre los veintiocho y treinta años se paraba en el pasillo.

— ¿Familiares de Jenna Ortega? — Su voz gruesa y con un acento francés hizo que me levantará junto a Johnna y caminemos hacia él — ¿Son ustedes? — Él nos miró y asentimos, me sonrió antes de hablar de nuevo — Mí nombre es Bastian Martín. Le dimos algo para bajar la fiebre y algo para parar el vómito, es solo un virus que contrajo pero estará completamente bien. Tienen suerte de haberla traído a tiempo, una fiebre tan alta la pudo haber puesto en coma o haberle provocado un infarto. La tendremos hasta mañana en la mañana por si algo cambia, pero ya pueden pasar a verla — Solté el aire que no sabía que tenía retenido y asentí. El chasqueo los dedos y habló de nuevo — Está preguntando por alguien llamada Emma — Levanté la mano despacio — Está en la habitación 508, tercer piso, el ascensor está al final del pasillo mano derecha — Junto con Johnna caminamos al ascensor y apretando el botón con el número tres esperamos hasta llegar al piso correspondiente de Jenna.

Abrí la puerta ligeramente y vi a Jenna acostada con una vía de suero en su brazo. Johnna había salido hace unos segundos, dejándome pasar a mi y darme tiempo, diciendo que iría a la cafetería. Tenía su vista en el techo pero al escuchar la puerta esos orbes marrones pegaron con los míos y sonreí.

— Me quiero ir — Fue lo primero que salió de su boca al verme, haciéndome reír leve y entrar para sentarme a su lado. Agarré su mano libre y ella acarició mi palma con sus dedos — ¿Te he asustado? — Su voz salió suave pero aún algo apagada y cansada.

— Me has asustado muchísimo — Repetí acariciando su rostro algo caliente pero no tanto como antes — No vuelvas a hacer eso, si te sientes mal ve a un hospital, no a mi habitación cielo — Ella sonrió pero de forma leve.

— Es que tú me haces sentir mejor — Nos quedamos en silencio, ella acariciando la palma de mis manos con sus dedos, y yo con mi cabeza recostada en su abdomen viendo cómo ella tenía su mirada fija en los movimientos de sus dedos. Sentí mis ojos aguarse y su vista cayó en mí al escucharme sorber por la nariz — Solo fue fiebre Em — Dijo despacio limpiando una lágrima que había salido con una caricia. Negué.

— Jenn, no se dice: “solo fue fiebre”, cuando pudiste haber muerto o caído en coma. No sabes el miedo que tenía de que aquello pasará, no es normal ver a tu novia que siempre está alegre, activa, y que de un momento a otro entre a tu habitación de hotel y parezca un muerto andante prendido fuego. Así que no, no fue solo fiebre Jenna Ortega — Le di unos golpecitos en el abdomen con mí dedo índice y escuché su risa llenar la habitación haciéndome sonreír a mí.

Ella agarró mí cara y suspiré al sentir sus manos calientes. Me acerco a su boca al punto de rozar nuestros labios y hablo — Te quiero mucho. Y me quiero ir — Me dijo despacio y reí.

Y me beso.

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Si, se que estuve desaparecido, pasa que ya se están por cerrar las notas del primer cuatrimestre entonces tengo exámenes todos los días.

🤰 Así quedé.

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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K.O. [Jemma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora