LAURA
*Contenido exclusivo de la versión editada*
***
ANA
El cielo se oscureció como si anunciara un mal augurio. El aire se cargó de un sabor húmedo hasta que las nubes estallaron y la lluvia azotó las calles. Ese paisaje tétrico pero tranquilo me acompañó durante la comida. Afortunadamente, ya estaba en mi casa cuando cayó el chaparrón.
Después de fregar los platos, aproveché el tiempo para adelantar los deberes del instituto. La lucha contra el sueño repentino se convirtió en un verdadero desafío a los pocos minutos de abrir el libro de texto y el cuaderno. La excesiva calma, el entorno sombrío y el descenso de la temperatura jugaban en mi contra, me tentaban para que me tumbara en el sofá, me cubriera con la manta y echara una buena siesta reparadora digna de una vaga. No me permitía ese lujo desde que me había vuelto más activa, y no pensaba ceder, así que puse algunas canciones que Sandra había grabado y me había enviado para mantenerme espabilada con su electrizante ritmo.
A punto de acabar los deberes, me percato de que ha escampado al mirar por el balcón, aunque el cielo sigue gris. El pronóstico advierte que podría haber más chubascos en la zona, pero la amenaza es mínima, por lo que saldré a estirar las piernas.
Riiing, riiing.
Alguien llama al telefonillo de la casa, así que acudo para contestar.
—¿Sí? —digo tras descolgar el telefonillo—. ¿Hola? ¿Sí? ¿Hola?
Nadie responde. ¿Ahora es cuando alguien me llama al teléfono y me dice que me está observando dentro de mi casa para acojonarme como en una película de terror? Seguramente se trata de un equivocado, un payaso o uno de esos yonquis que intentan colarse en los edificios para pincharse. No es la primera vez que pasa esto.
Asumo la distracción como una alarma que me avisa de que es hora de ejercitarme. Necesito adrenalina. Por tanto, cuelgo y recojo el material escolar con cierto brío. Luego, me cambio de ropa y me pongo un conjunto deportivo preparado para el frío. Podría hacer ejercicios caseros, pero prefiero salir a correr para estirar las piernas y desconectar.
Al salir de la casa y cerrar la puerta, una sombra surge de la nada y se abalanza sobre mí antes de que pueda accionar el pulsador de la luz de la escalera.
—¡Ah! —grito por el susto y la repentina agresión.
El instinto me empuja a defenderme agitando los brazos toscamente en la oscuridad al verme acorralada en un rincón. Sin embargo, todo pasa tan deprisa que termino de cara a la pared con un brazo torcido por detrás de la espalda.
—¡Ayu...! —chillo de nuevo, con el corazón al borde de reventarme el pecho, pero una mano cubre mi boca y me silencia.
—¿No aprendiste nada de lo que te enseñé? —me susurran al oído—. ¿Tanto presumir para que termines lloriqueando como una cobarde? —Cuando mi mente revuelta como un hormiguero alborotado procesa el acento, las dificultades en la pronunciación y el tono dulzón de esa voz, un intenso alivio me recorre por dentro. Aunque el disgusto persiste, la tensión se desvanece—. Me decepcionas.
En cuanto Aiko me suelta, me volteo como una bestia enfurecida y pulso el pulsador de la luz.
—¡¿Pero qué coño te pasa?! ¡¿Estás loca?! —bramo con violencia y observo su vestimenta íntegramente negra, compuesta por unas mallas, unos zapatos que parecen botas de acero, y un abrigo chubasquero con la capucha puesta por encima de una gorra. Encima su maquillaje es sombrío. Parece otra persona—. Me has dado un susto de muerte, ¡joder! ¿Y a qué coño vienen esas pintas?
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La hermana de mi exnovio [En proceso]
Teen FictionLa experiencia me enseñó que las vidas perfectas no existen, pero la mía con Laura me hacía feliz. Sin embargo, nuestra vida de ensueño se convirtió en pesadilla cuando ELLA apareció... *©2021 Luis E. Bermúdez* *Todos los derechos reservados* *No au...