Capítulo 19

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Me aleje del cuerpo que aún estaba tibio y me senté de lado de él, cuando la puerta se abrió, entro la señora Tessia. Kretschmann parado en el umbral de la entrada, miro a Fela y se acercó a ella tomando sus mejillas, preguntándole si estaba bien, camino hasta enfrente de mí, tenía la mirada baja y pérdida. — Lo mate — Titubee con un hilo de voz mientras juguetea con mis manos. Subí la mirada para enfrentarlo y él estaba mirándome con los ojos bien abiertos, podía ver su pecho subir y bajar rápidamente. El trago saliva y dio unos pasos al frente acercándose al muerto e inclinándose, posó sus dedos en su cuello y dijo; — Si, está muerto.
Jugaba más y más con las manos, comencé a llorar silenciosamente, y a tocarme la cabeza con nerviosismo, me aleje del cuerpo y corrí a los brazos de Tessia, como si fuera mi madre me perdí en sus brazos unos segundos mientras ella me acariciaba el cabello. Kretschmann se levantó frente del muerto y giro a mirarnos con los brazos cruzados. — ¿Qué piensa hacer, señorita Von Drachenberg? — sentencio apretando la mandíbula.
Yo lo mire quitándome de los brazos de Tessia. — ¿Que? — Titubee confundida. — Creí que usted iba a ayudarme
— ¿Y qué espera que haga, señorita? — ¿Sacarlo en brazos como si nada le hubiera pasado? — exclamo. — ¡La calle está repleta de uniformados! — Grito.
Yo lo mire bufando. Limpie mis lágrimas y me le enfrente
— ¿Y que sugiere que hagamos? ¡Enterrarlo en el jardín! — dije con ironía.

— No tenemos jardín. — Dijo Fela. Yo sonreí.
— Ya basta. — Advirtió serio Kretschmann. Yo volví a seria.
La señora Tessia subió y bajo las escaleras rápidamente, con ropa en las manos, él y Tessia comenzaron a desvestir al sujeto quedando solo en interiores, comenzaron a vestir de nuevo con ropa normal y gastada, yo tome el uniforme y comencé a doblarlo y guárdalo en un cajón de la cómoda cerca de la chimenea, Tessia nos hizo que nos escondiéramos en la cocina Fela y yo, y Kretschmann en compañía de un oficial de cabello castaño y dientes perfectos se lo llevaron en brazos haciéndolo pasar por cualquier persona, trague saliva y salimos de la cocina.
Estaba con inquietud, pues había matado a un hombre, sentada en la sala de estar, tocando la cicatriz de mi rodilla con él dedo índice esperamos a que Kretschmann regresará mientras Fela borraba las manchas de sangre del sofá y Tessia de pie junto a mí con una taza de té en la mano izquierda, yo la mire y me sonrió, le devolví la sonrisa y la puerta sonó, Fela abrió la puerta después de lograr con éxito quitar la mancha del sofá.
El de nueva cuenta parado en el umbral, nos miraba a las tres y dio un paso al frente y cerró la puerta.
— No fue problema decir que era un ladrón. — Dijo con satisfacción en el rostro — Me costó mucho evitar que le mirarán el rostro —dijo bastante serio, molesto quiero decir, tenía la mandíbula apretada, y la vena de la sien le saltaba. — Tuve que ser muy cuidadoso y tengo que inventar algo muy convincente de la desaparición del oficial.
— Muchas gracias, muchacho. — exclamo Tessia. — Te debo una — ella rio. — No, ¡te debo muchas!
— ¿Usted? — Pregunto a Tessia mirándome.
Retorcí los ojos, apreté los dientes, baje la mirada y le dije en voz baja;

— Gracias.

— Lo siento, no la escuche. — dijo irónico y sonriente, acercando su oído inclinándose para estar frente a frente. El era un hombre demasiado alto. Revolotee los ojos carraspee mi garganta y dije en voz alta sin mirarlo; — Gracias.
— ¡Ah, pero que gracioso! ― Se dirigía a mí hasta quedar frente a frente otra vez. Yo levante mi cabeza para enfrentarlo. — ¿Qué es gracioso? — Conteste de golpe.
— Que me desprecia por según usted, yo ser un asesino... Sin saber que no le he puesto la mano encima a nadie, ni siquiera a un judío como usted ¡Y usted! — Subió de tono. — Acaba de asesinar a uno de los mejores hombres.
— ¿Mejor en qué? ¿En ser un desgraciado? Además, lo desprecio por muchas cosas más, ¿Qué quiere usted? ¿Hacerme sentir mal? — pregunte.
— ¿Lo logre? — Pregunto expresando enojo aun así sonrió y levanto una ceja. Yo lo miraba para arriba.
— No.
— ¿Sabe usted cuanto dolor le causará a su familia al enterarse que está muerto? —contesto.
— ¿¡Y usted sabe cuánto dolor me causó la muerte de mi familia!? — grite. — Creo que el pueblo judío y gitano ni siquiera están a mano con la muerte de ese bastardo. No es comparable con el dolor que los alemanes me han causado desde que llegaron a invadir ¡mi país! —
El inhalo y exhalo.
— ¿Tienen corazón? — Pregunto entrecerrando los ojos
— Sí.
— ¡Úselo! — grito y yo salte.
— ¡Vaya! — Brame. — Usted me habla sobre tener corazón, algo que usted puedo asegurar ¡No- tiene! — Dije golpeando su pecho con la mano. El suspiro, pude sentir su aliento cálido golpear mi rostro.
— Vuelvo a insistir. Tanto que usted odia a los asesinos, que se convirtió en una. — Dijo y dio media vuelta.
Lo mire mientras caminaba a la puerta de espaldas, sentí que mi interior se revolvió, en verdad me sentía culpable y asqueada por lo que había hecho, no fue mi intención, o quizá sí, es por eso que estaba asustada, y quería darle una explicación a él, explicación, que no se merecía, mis ojos se cristalizaron
Y movía los dedos con desesperación.
— ¡No quería hacerlo! — escupí con lágrimas pesadas recorrerse el rostro, él se frenó sin girar a mírame. — ¡Yo solo quería que dejará a Fela en paz, fue un impulso! — Solloce. El por fin giro a mirarme

— ¡No soy una asesina y usted menos que nadie me hará sentirme como una! — Grite y después tape mi cara de vergüenza y sentimiento de culpa con las palmas de mis manos. Sus palabras realmente me habían calado y hacerme sentir una basura. Escuche sus pasos acercándose a mí, lo mire de reojo, él se quedó de frente mío, tratando de hacer movimientos erróneos, después de segundos de intentarlo, sentí sus fríos brazos rodearme el cuerpo. Quite las manos de mi rostro y las acomode en su pecho al igual que mi cabeza. El me abrazo, pero no sentí nada malo, ni repudio, ni lastima, ni desdén, desprecio, nada de esas cosas que solía sentir por él, todo lo contrario. Solo escuchaba su rápido, hermoso y deslumbrante palpitar de su corazón que se escuchaba por encima del uniforme.

#Y-

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora