CassianLa silueta de esa mujer orbitaba en mi mente mientras vaciaba la quinta copa entre mis dedos. Replegado en el silencio de mi despacho, no hallaba fuerza para regresar a casa. Quería cederle mi cuarto, dejarle el lecho, pero maldita sea... algo más fuerte que yo me impulsó a ir tras ella. Lo que descubrí al cruzar esa puerta me desquició. Me extravió por completo. Ahora estoy más enajenado que nunca, consumido por el deseo de poseerla y por el caos que esa mujer ha sembrado en mi interior.
La escena en la que la toalla resbaló de su cuerpo sigue orbitando en mi mente con una precisión inferniza. Mis ojos la recogieron sin piedad, hambrientos, grabando ese detalle como otro tatuaje en mi memoria. He intentado ahogarla con licor, copa tras copa, pero esa visión me persigue ferozmente como la condena que se ha vuelto ella para mí.
Su efigie, esculpida con una perfección inquietante, se convirtió en una obsesión para mis pensamientos más febriles. Había algo en la curva exacta de su cintura, en esas tetas pequeñas y redondas bien moldeadas que le colgaban del pecho. Se me hizo agua la boca al imaginarlas hundidas a mi lengua; dentro de mi boca mientras la embisto con fuerza apretándole las caderas con fuerza. Al tiempo que la lleno de mi, y me follo una y otra vez en mi cama. No bastaba con soñarla; mi cuerpo entero la reclamaba, palmo a palmo.
¿Qué no daría yo por comerle ese pequeño coño dulce que debe tener entre sus piernas? ¡Demonios! Yo daría mi imperio entero por escucharla gemir mi nombre. Por solo exaltarla gritar en mi oído mientras la penetro sin darle oportunidad de respirar. Podía ser el líder de un poderoso imperio. El más temido y el villano más sádico que haya existido. Pero esa mujer me miraba y mandaba todo el diablo.
El timbre del móvil zumbó a mi lado. Desde que ella se convirtió en mi obsesión, cada notificación me eriza la piel. Deslicé sin interés... hasta que la pantalla estalló con una imagen que me hizo crujir la mandíbula.
Era ella. Ataviada en una segunda piel de encaje negro, que abrazaba cada curva diminuta con descaro. La luz le rozaba el cuerpo como si fuera una obra prohibida, sus ojos esos malditos ojos azul tormenta me desafiaban desde la distancia. Me incendié por dentro. No sabía si partir el teléfono en dos o salir corriendo a buscarla. Todo lo que soy se condensó en esa imagen: deseo, rabia, necesidad. Y una certeza brutal. Esa mujer me iba a destruir.Tomé las llaves del McLaren y crucé la oficina. La furia me devoraba por dentro. Tony estaba apostado afuera, pero lo pasé de largo sin dirigirle una mirada. Abrí la puerta del coche, me lancé al asiento y encendí el motor con una violencia casi ceremonial.
Rugí sobre el asfalto, desafiando cada semáforo en rojo como simples sugerencias. El volante crujía bajo mis manos tensas. Esa mujer... Está jugando con fuego, y yo soy el incendio. Va a conseguir exactamente lo que busca, y cuando lo tenga, no habrá vuelta atrás.Por su bien, esperaba que esa foto no hubiera terminado en las manos de otro. Esa posibilidad me martillaba el cráneo, haciéndome arder. Nadie más debía haber tenido la exclusividad de mirar su piel desnuda. Solo yo. Solo mis ojos podían recorrerla con esa devoción absurda que me carcomía internamente. Ella era mía, aunque aún no lo supiera, aunque ni siquiera se lo permitiera a sí misma.
Quince minutos bastaron para que estuviera en la entrada de mi edificio. Aparqué el McLaren con una sola mano, bajé sin mirar a nadie, envuelto en llamas.
Entré al ascensor, presioné los botones con los nudillos turbados, y al llegar a mi piso, no dudé: introduje la llave, tecleé el código de acceso y abrí la puerta de mi habitación de un golpe.Me la encontré a unos centímetros nos separaban. Su aliento era tibio, el mío era fuego. La rabia me golpeaba las sienes, mientras la imagen de su cuerpo envuelto en lencería seguía proyectándose en mi cabeza como un delirio.

ESTÁS LEYENDO
"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏} 𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️
RomanceEl diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...