65 - Alma desgarrada

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ANA

—¡Ja, ja! Esa táctica para quedar conmigo es muy ingeniosa. ¿Entonces voy a ser mamá?

Flor debe tener muchas ganas de verme como para bromear así.

—Bruma, ¿qué co...?

—¡Sh! —Aprisiono la cabeza de Sandra con mi mano y mis piernas para que me siga complaciendo.

—Ana, hablo en serio —afirma Flor, cuya voz se quiebra por completo.

—¿En serio en serio? —A pesar de que el goce anula mis sentidos, el estado de Flor extingue la llama del deseo y despierta mi preocupación.

—Ana...

—Joder... —pronuncio, estupefacta—. Lo siento. Aún no me creo que... —En efecto, no consigo digerir semejante noticia—. ¿Dónde estás?

—En mi casa. —Pobrecita, su llanto se agudiza—. ¿Puedo ir a verte?

—No, voy yo a la tuya. Tú ponte tranquila hasta que llegue.

—Vale... Gracias, Ana.

—Todo se arreglará. Te quiero.

En cuanto cuelgo, libero un profundo suspiro para calmarme yo también y aparto a Sandra de mi entrepierna.

—Me tengo que ir ya mismo. —Agitada, cojo mi pantalón para vestirme.

—¿Tan hija de puta eres? ¿Te vas a ir así sin más? No soy tu puto segundo plato al que despreciar cuando te surge la oportunidad con tu plato principal. —Ahora tengo que soportar el berrinche de Sandra.

—Mira, Sandra, no eres ningún segundo plato —le aclaro mientras me pongo el pantalón—. La estaba pasando muy bien contigo, pero me ha surgido una urgencia. Si te cuesta entenderlo, es tu problema.

—A mí no me tomes por tonta. ¿A quién coño le hablas con tanta dulzura si no es a la otra que te estás comiendo?

—Oye, no necesito un numerito de celos. —Termino de abrocharme el pantalón y continúo con los zapatos.

—¿Celos? Me importa una mierda que seas un putón que se come mil rabos y mil coños. Lo que me jode es que me menosprecies y me uses como un puto paño de lágrimas para secarte el coño cuando te llora por otra —me recrimina Sandra con dureza, parada frente a mí como una bestia encolerizada.

—¿De qué coño hablas ahora? Creía que había quedado clara la relación que hay entre nosotras. —Me ato un zapato con fuerza y prosigo con el otro—. Me cansas con tu llorera sin sentido. La única que me aleja de ti eres tú. Para tu información, una amiga tiene un problema serio y me necesita. Pero tú no puedes entender eso porque sigues siendo la misma de siempre. —La encaro por última vez—. Ya que insistes en vivir en la mierda porque quieres, por lo menos intenta ser más humana y empatizar con las personas que necesitan ayuda. —Le doy la espalda.

—A mí no me vuelvas a buscar para que te haga de tampón, hija de puta egoísta —brama la enojada Sandra.

—Ten por seguro que no volveré a acercarme a ti.

Me largo de su casa resoplando de rabia.

***

Atravesé el barrio como una correcaminos para llegar a la casa de Flor lo antes posible. Aunque la discusión con Sandra me irritó, la revelación de la capitana no dejó de angustiarme durante todo el trayecto. Por eso, cuando ella me recibe en su apartamento a oscuras y en silencio debido a que es más de medianoche y su familia está durmiendo, lo primero que me nace es abrazarla con todas mis fuerzas.

La hermana de mi exnovio [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora